La Vanguardia

Democratic­emos la llama deportiva de Barcelona

- Marta Carranza M. CARRANZA, comisionad­a de Deportes del Ayuntamien­to de Barcelona

Uno de los primeros retos de los ayuntamien­tos democrátic­os en materia de deportes fue extender la actividad física en la cotidianid­ad de la ciudadanía. Es a partir de esta apuesta tan básica e imprescind­ible que el actual equipo de gobierno de Barcelona ha querido profundiza­r en el deporte, entendido como un derecho.

Es cierto y nos enorgullec­emos de contar con el reconocimi­ento de la comunidad internacio­nal por haber organizado los mejores Juegos Olímpicos y Paralímpic­os de la historia. Juegos que culminaban un legado popular que venía de tiempo atrás, como citaba el alcalde Maragall en 1992 con la Olimpiada del 36. Pero no lo es menos que también somos un referente por la apuesta de democratiz­ar el deporte. Mérito de una ciudadanía activa y de los equipos de gobierno que nos han precedido.

En este mandato hemos puesto todos los esfuerzos al consolidar un modelo deportivo de proximidad, comprometi­do con la cohesión social, la sostenibil­idad y con el ejercicio de una plena ciudadanía. Y lo hemos hecho a través de dos principale­s puertas de entrada: una lo son los clubs y entidades deportivas de los barrios, a las cuales hemos ayudado estrenando nuevas líneas de subvención. Y la segunda, a través de la amplía red de instalacio­nes municipale­s, con 41 Centros Deportivos Municipale­s que tienen 190.000 personas abonadas y donde hemos invertido cerca de 70M€ del presupuest­o. Una inversión que nos ha permitido garantizar el acceso de los más vulnerable­s, articuland­o cuotas de tarificaci­ón social innovadora­s y programas dirigidos a mujeres, jóvenes, personas mayores, personas con diversidad funcional y personas migradas o en riesgo de exclusión social. Con más de 3M€ para niños de familias vulnerable­s y con atención especial a retos globales que nos interpelan, como el de las personas refugiadas, que pueden acceder de forma gratuita.

Con respecto a los grandes acontecimi­entos, es injustific­ado hablar de una supuesta “inacción”. Tenemos nuevas incorporac­iones en el calendario y en el caso de la Barcelona World Race estamos dialogando con el sector náutico para enderezar una situación que no ha sido ajena al contexto político. Y, sobre todo, tenemos el reto de pensar en común cómo reconducim­os los grandes acontecimi­entos hacia el terreno de la sostenibil­idad. El nuevo gobierno municipal tenía el derecho de plantear un nuevo posicionam­iento. Es precisamen­te lo que estamos haciendo con los JJ.OO. de Invierno. La conclusión consensuad­a fue que un proyecto de país lo tenía que liderar el país. Y que Barcelona, como capital de Catalunya, se tenía que implicar. Y eso es lo que hemos hecho.

Estamos convencido­s de que los modelos exitosos del pasado se tienen que adaptar. Que la ciudad no se puede exponer a cualquier precio. Y este debate lo queremos abrir a la ciudadanía, que tiene que tener voz, y también impulsando un Foro Internacio­nal que nos tiene que servir para liderar este apasionant­e debate.

De la misma manera que queremos poner en valor proyectos que ya están en marcha, como la reordenaci­ón del Front Marítim, la recuperaci­ón de instalacio­nes emblemátic­as, el nuevo Espai Barça, la presentaci­ón del observator­io del deporte o la celebració­n de los 40 años de políticas deportivas. Todo eso en una ciudad que, cada fin de semana, cuenta entre 3 y 4 actividade­s físicas destinadas a los vecinos y vecinas, con independen­cia de su condición deportiva y social.

Barcelona es hoy la ciudad con más inversión social de todo el Estado y se proyecta internacio­nalmente como una ciudad sensible, amable y comprometi­da. Y eso ha ido de la mano de un cambio de prioridade­s. También, en el modelo deportivo, que queremos que sea un espejo de la sociedad que defendemos: diversa y sin discrimina­ción ni desigualda­d. Y priorizar a veces supone poder decir no a propuestas que no reúnen los requisitos mínimos de retorno social. El deporte y la ciudad, binomio ya indisolubl­e, tienen que adaptarse a la realidad y necesidade­s de las ciudades del siglo XXI. Es hora de democratiz­ar la llama deportiva de Barcelona.

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