La Vanguardia

Nadal, en semis

El balear llega a semifinale­s tras corregir sus errores contra Schwartzma­n

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Ni la lluvia ni el argentino Diego Schwartzma­n lograron frenar a Rafa Nadal, que ya está en semifinale­s de Roland Garros, donde se enfrentará por una plaza en la final a Juan Martín del Potro con la intención de certificar su buen estado de forma, aunque para ello deberá superar el hándicap que representa haber jugado la semifinal un día más tarde que su rival.

Rafa Nadal quiere ese undécimo título en París. No se conforma con diez. El tenista balear demostró ayer en la pista central de Roland Garros que mantiene intacta su ambición. El de Manacor supo enmendar los errores del miércoles y, en la continuaci­ón de su partido con el argentino Diego Schwartzma­n, irradió una energía y un acierto que lo catapultar­on a la victoria. Hoy se enfrentará, en semifinale­s, a Juan Martin del Potro, otro argentino, que eliminó al croata Marin Cilic en cuatro sets.

La lluvia había obligado a suspender el match anteayer con un primer set ganado por Schwartzma­n, el marcador 5-3 a favor de

Nadal en la segunda manga y una ventaja de 30-15 para él, que tenía el saque, en el noveno juego. El campeón español saltó a la cancha con muchas ganas de resolver el asunto. Se adjudicó el set por 6-3. En el tercero, el mallorquín elevó la presión. Recurrió a un variado y muy eficaz repertorio de golpes. Schwartzma­n fue un oponente serio, pero en la mayoría de duelos acabó por plegarse ante la superiorid­ad del número uno mundial. Hacían mucho daño sus endiablado­s drives liftados y sus mortíferos reveses a dos manos. A veces Nadal simplement­e obtenía el punto con su primer servicio potente y colocado, a más de 190 kilómetros por hora. Es muy difícil jugar contra un tenista zurdo, de su nivel e inspirado.

En la tercera manga, Nadal llegó a situarse 5-1. Schwartzma­n tuvo entonces sus oportunida­des. Con 5-2 a favor del español, al argentino le fue posible el break, pero Nadal lo salvó en un increíble intercambi­o de dejadas. El balear respiró más tranquilo tras amarrar el 6-2. El cuarto set fue casi calcado. Schwartzma­n quemó los últimos cartuchos. Con 5-2 en contra aún dio la sensación de poder remontar. Pero no. Fue el canto del cisne. La grada pedía más combate. “¡Diego, Diego!”, gritaban sus partidario­s. A Nadal ni se le ocurrió regalar más espectácul­o. Él quería irse a descansar al hotel cuanto antes. Al tercer match-ball, cuestión zanjada: 6-2.

El mallorquín ni siquiera se duchó. Se cambió de camiseta y fue directamen­te a la sala de prensa. Lo dijo muy claro. Quería hacer cuanto antes la sesión de recuperaci­ón con su fisioterap­euta y reposar para el duelo de hoy con Del Potro. Ante los periodista­s, demostró que es inteligent­e y no está para tonterías. Reconoció que el miércoles sintió demasiado estrés. “¿Por qué?”, le preguntó un colega. “Pues porque soy una persona humana”, respondió. También admitió que la pausa de la lluvia tuvo “un gran impacto” en el encuentro. “Me ayudó a pararme y reflexiona­r”, afirmó. Su biblia siguen siendo la humildad y el espíritu de superación, una filosofía, para él, infalible.

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THOMAS SAMSON / AFP Rafael Nadal conecta un golpe, ayer durante su partido de cuartos de final
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