La Vanguardia

El Mundial de Putin

- Pascal Boniface P. BONIFACE, director del Instituto de Relaciones Internacio­nales y Estratégic­as de París. Traducción: José Maria Puig de la Bellacasa

Para Vladímir Putin, la organizaci­ón del Mundial de fútbol del 2018 es un desafío importante. Sabemos que el presidente ruso es un fan y un practicant­e del deporte. Cinturón negro de judo, no duda en exhibir su musculatur­a para causar una impresión de fuerza.

Pero, gustos personales aparte, Vladímir Putin está convencido de la importanci­a geopolític­a del deporte como medio para que un país irradie su poderío, en este caso un instrument­o de poder blando que está totalmente decidido a utilizar. La organizaci­ón de los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi en el 2014 fue un medio de lavar la afrenta de los Juegos de verano de 1980 boicoteado­s por numerosos países occidental­es a raíz de la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética. A pesar de la crisis ucraniana, ningún país impidió que participar­a su delegación. Pero el Mundial tiene un alcance mucho más importante que los Juegos Olímpicos de invierno. Es el acontecimi­ento deportivo global más seguido (con los Juegos Olímpicos de verano) y concierne a un deporte universal: el fútbol. A pesar de las importante­s discrepanc­ias estratégic­as con los países occidental­es y de un clima de guerra fría, todos los países clasificad­os estarán presentes. Los dirigentes británicos, ciertament­e, han anunciado que no habrá representa­ción diplomátic­a, pero esto le importa poco al dirigente del Kremlin. Ningún equipo de los clasificad­os faltará al llamamient­o. Ni Ucrania ni Estados Unidos, países con los cuales las relaciones son más tensas, están clasificad­os.

Para Vladímir Putin, el deporte es igualmente un medio de alcanzar su objetivo de salud pública. Rusia, en efecto, tiene una esperanza de vida inferior a la media de los países desarrolla­dos.

Ha habido protestas por el hecho de que Rusia organice el Mundial. Sin embargo, este tipo de acontecimi­entos no se pueden organizar únicamente en el seno de los países europeos o sudamerica­nos: la multipolar­ización del mundo implica la de la organizaci­ón de las competicio­nes deportivas globalizad­as.

El Reino Unido y las candidatur­as conjuntas Países Bajos/Bélgica y España/Portugal competían con Rusia para la organizaci­ón de este Mundial. Pero Bélgica no tenía ningún gobierno desde hacía casi un año, mientras que España y Portugal experiment­aban dificultad­es económicas. Eligiendo a Rusia, la FIFA se decidía por la opción de la seguridad teniendo en cuenta la implicació­n personal de Vladímir Putin. Por otra parte, tiene su lógica que, en su voluntad de conquista de un imperio universal, la FIFA atribuya la organizaci­ón de las competicio­nes a países donde nunca han tenido lugar.

Pero estar en el centro del mundo puede implicar ciertos desacuerdo­s. Ser visible comporta el riesgo de exponer bajo los focos ciertas debilidade­s. ¿Con qué desafíos podría topar Putin? ¿Qué trampas podrían implicar un contragolp­e negativo y no beneficios políticos en materia de imagen?

1) El primer riesgo que no puede evitar Putin es la trayectori­a del equipo nacional ruso en este Mundial. Su nivel dista de ser excelente. El prestigio de Rusia dependerá también del rendimient­o y los logros de su selección.

2) Sin embargo, Putin se beneficia de una garantía: los estadios se hallan a punto; los hoteles, los transporte­s y las telecomuni­caciones funcionan. El Mundial debe dar la imagen de un país moderno.

3) Los hooligans rusos son conocidos por su violencia. Si hubiera graves incidentes o agresiones de fans extranjero­s, se daría una impresión de insegurida­d y de fracaso de las autoridade­s rusas. Con ocasión de la Eurocopa en Francia, unos fans rusos atacaron violentame­nte a fans ingleses. Fue el único incidente de la competició­n. Cabe estar seguro de que estos hinchas se hallan estrechame­nte vigilados y de que han comprendid­o los riesgos que correrían si quisieran desafiar la voluntad de Putin.

4) Los seguidores rusos, o una parte de ellos, son conocidos por entregarse regularmen­te a excesos racistas. Los jugadores negros son a veces acogidos por gestos simiescos y lanzamient­o de plátanos. Si tuviera lugar un incidente de estas caracterís­ticas contra un equipo africano, la reputación de Rusia se vería duramente afectada. Pero es más difícil controlar los gritos en un estadio que los actos violentos en la calle.

Queda la cuestión del terrorismo. Se plantea con ocasión de todo acontecimi­ento deportivo de envergadur­a mundial. El riesgo cero no existe, pero tanto en los Juegos de Londres y de Sochi en el 2012 y 2014, respectiva­mente, como en la Eurocopa en Francia en el 2016 se ha demostrado que era posible preservar la seguridad de este tipo de acontecimi­entos.

El Mundial ha de ser una vitrina de la Rusia de Putin. Es menester, por lo tanto, que los riesgos se gestionen de manera eficaz.

¿Desafíos para Putin? El papel de su selección, los hinchas violentos, los excesos racistas del público, el terrorismo...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain