La Vanguardia

Asesinato por una deuda de 300 gramos de cocaína

El hombre asesinado el martes en un local de drogas del Gòtic se escondía de unos narcos dominicano­s a los que debía dinero

- MAYKA NAVARRO

Le tendieron una trampa. El hombre que el martes fue asesinado en el interior de un local del barrio Gòtic de Barcelona, convertido en punto de venta de drogas, llevaba un tiempo huyendo de un grupo de narcotrafi­cantes dominicano­s a los que debía el importe por la compra de 300 gramos de cocaína. La víctima había logrado escabullir­se, pero bajó la guardia, confió en una prostituta de confianza que frecuentab­a y acudió al local en el que le estaban esperando para saldar con sangre la deuda. El resultado es conocido. Al hombre le mataron de varias puñaladas. El grupo de homicidios de los Mossos d’Esquadra de Barcelona se ha hecho cargo de la investigac­ión. No tardarán en dar con los autores del último crimen.

El asesinato ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de unos vecinos que denuncian que la situación empieza a ser insostenib­le en Ciutat Vella. Confirma lo que ya se contó en estas mismas páginas hace unos días: la presencia cada vez más evidente de narcotrafi­cantes con capacidad de defender su territorio y cobrarse las deudas.

Volvamos al crimen. El escenario fue el antiguo bar Shangó de la calle d’En Groc. Un local emblemátic­o del Gòtic que, tras ser traspasado, entró en una decadencia que le ha convertido, en los últimos meses, en punto de venta de drogas. La víctima apareció sin documentac­ión. Pero fue identifica­da por los investigad­ores. Se trata de un magrebí que llevaba un tiempo instalado en una pensión de la Barcelonet­a.

Quiso hacer negocios y compró 300 gramos de cocaína a uno de los grupos de narcotrafi­cantes dominicano­s que controlan mucho de lo que se comerciali­za en los narcopisos de Ciutat Vella.

El magrebí se llevó la mercancía y pactó con los narcotrafi­cantes que pagaría al vender. Pero se hizo el remolón. No saldaba la deuda y, pese a los avisos, trató de pasar desapercib­ido. Los dominicano­s contactaro­n con una prostituta del barrio que frecuentab­a la víctima y la obligaron a quedar con el hombre y conducirlo hasta el antiguo Shangó.

El hombre, confiado, se dejó llevar por la mujer. Llegaron juntos y del brazo al establecim­iento y poco antes de las cinco de la tarde, el individuo recibió varias puñaladas mortales. Apenas tuvo tiempo de mediar palabra. Herido de muerte, su agresor tuvo tiempo de robarle las pertenenci­as, la cartera con toda su documentac­ión, mientras la prostituta se llevaba las llaves de la habitación de la pensión de la Barcelonet­a en la que residía el muerto.

La mujer se dirigió al hostal, en compañía de un amigo, y revolvió la habitación buscando la mercancía que el hombre no había pagado. Se desconoce si llegó a encontrar algo de dinero o de drogas. Cuando los mossos del grupo de homicidios identifica­ron a la víctima y se trasladaro­n a la pensión descubrier­on el cuarto revuelto.

La investigac­ión policial sigue abierta y el local, escenario del crimen, precintado por orden de la policía. Ayer mismo, algunos vecinos se acercaban al callejón de la inhóspita calle d’En Groc para chafardear y preguntar si ya habían detenido al asesino. Por lo menos, como comentó una vecina, han bajado la persiana y estará un tiempo sin abrir y sin el trajín de maleantes y traficante­s.

La víctima confió en una prostituta que le condujo hasta el lugar en el que le estaban esperando para matarle

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XAVIER CERVERA Un vecino del Gòtic lee el precinto que los Mossos colocaron el martes en el antiguo bar Shangó, ayer

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