El sueño del palmero de Peret
Petitet Dirección: : Carles Bosch Producción: España, 2018. 107 m. Documental
Autor de documentales tan memorables como Balseros, candidato al Oscar en el 2004, así como de Bicicleta, cullera, poma (sobre la lucha contra el alzheimer de Pasqual Maragall y su entorno más directo), el periodista y cineasta Carles Bosch, de larga trayectoria como corresponsal de guerra en la televisión, evidencia nuevamente su pasión por describir las peripecias cotidianas de quienes deben enfrentarse a la vida como un desafío diario para poder continuar en la lucha. Tampoco él lo ha tenido fácil con esta producción. Ha tenido que recurrir al micromecenazgo para convertir en realidad este proyecto largamente acariciado. Aunque es una película que puede definirse como colectiva, el personaje sobre el que se articula la historia es de una realidad que rebasa todas las ficciones. Se trata de Joan Ximénez Valentí (Barcelona, 1962), físicamente enorme y bautizado por ello con el sobrenombre de El Petitet. Percusionista y gran especialista en rumba catalana, muy conocido en el barrio del Raval, está afectado de miastenia gravis, enfermedad neuromuscular que ha ido limitando sus facultades.
Hijo de un palmero del inolvidable Peret (1935-2014), considerado el padre de la rumba catalana, El Petitet prometió a su madre que montaría la Orquestra de Rumba Simfònica del Raval y que antes de que ella falleciera actuaría en un gran teatro. Gracias a su perseverancia, en octubre del pasado año llevó su rumba sinfónica al Gran Teatre del Liceu, en el que también colaboraron grandes nombres de la música. “Lo que más valoramos los gitanos es la familia”, afirma en este documental que durante un año ha seguido todos sus pasos dentro de la comunidad y lo que más le apasiona: la rumba catalana. Considera que la “rumba es contratiempo, ritmo, parada, salir, entrar…”
Petitet combina muy oportunamente música y sociedad, vida y esperanza, ilusiones truncadas y también conseguidas gracias a la perseverancia. Tal vez hiciera falta algún pequeño recorte en su metraje, que se prolonga en exceso, pero Carles Bosch vuelve a plasmar la realidad y los sueños en inspiradas imágenes.