Implicado en el proyecto de reconquista de Europa

Con el traslado de Iniesta al fútbol japonés, Messi es el decano del vestuario del Barcelona. Catorce temporadas lleva el argentino en el primer equipo, donde según ha reiterado pretende terminar su carrera. Es una estrella comprometida con el club y con la plantilla, que se declara tan enojado como un aficionado por la eliminación de la Liga de Campeones en Roma. “Venimos de tres Champions seguidas cayendo en cuartos y no nos puede pasar más”, arenga en una entrevista concedida a Mundo Deportivo.

El genio de Rosario habla en términos de colectivo, no esgrime goles ni medallas para autoproclamarse adalid de nada, aun cuando cada vez resulta más temerario rebatirle el diploma de mejor futbolista de la historia. Y se dispone a dirigir la reconquista de Europa sin dejarse nada por el camino: “La Champions es la ilusión de todos, de nosotros, de la gente. Pero, como siempre decimos, tenemos que luchar por todos los títulos siempre”. Messi pretende ensanchar su colección de 34 trofeos. Los galardones individuales –insiste cada vez que se adjudica una Bota o un Balón de Oro, o un Pichichi– son producto del trabajo en asociación. Da igual quien marque, el gol requiere la implicación del grupo y la alegría que produce es colectiva.

Messi es pasado, estandarte de la mejor época del Barça, aunque es también presente y futuro. Pero no especula con el tiempo. “Siempre dije que en Europa me gustaría acabar jugando en el Barça. Como también siempre dije que me encantaría jugar en Argentina, en Newell’s, pero no sé si se va a dar, si por el medio habrá otra. No lo pienso”, explica en la mencionada entrevista.

Tampoco en las concentraciones de Argentina aparecen rastros de egolatría en Messi. El jugador está concentrado en Barcelona en el hotel del equipo de Jorge Sampaoli cuando estaba autorizado a pernoctar en su casa. Ayer organizó un almuerzo para la selección en un céntrico restaurante de la ciudad, del que es socio. Se trata de hacer equipo.