Batet ve “urgente y viable” la reforma de la Constitución oeLa ministra de Política Territorial y Función Pública defiende un pacto para superar la “crisis institucional” oeTorra celebra que haya “propuestas concretas”, pero recuerda que el Govern parte
Sánchez sorprende con un Ejecutivo que parece inspirado por el canadiense Trudeau España se afirma europeísta, frente al nuevo Gobierno italiano, bendecido por Trump Meritxell Batet no pierde el tiempo y relanza la idea de reformar la Constitución
Mientras Pedro Sánchez daba a conocer el pasado jueves un Gobierno de España con más mujeres que hombres, el nuevo primer ministro italiano, Giuseppe Conte, sólo dedicaba una frase a la cuestión femenina en su largo discurso de investidura ante la Cámara de los Diputados. Una mención de 37 segundos en un discurso de hora y media.
Mientras el versátil Sánchez ensayaba el estilo Trudeau en España, tras una de las maniobras más audaces que se recuerdan en el país de la política previsible, el abogado Conte, fiduciario de la circunstancial alianza entre la Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas, se esforzaba en defender la síntesis programática de los dos movimientos populistas.
En Bruselas, en Berlín y en París, la expectación es alta: los dos países más grandes del sur de Europa se bifurcan. España se mantiene plenamente en el interior de la disciplina europea, con un ensayo gubernamental de centroizquierda que intentará obtener fuerza de la aminoración de las tensiones internas. La compleja Italia, por el contrario, se sitúa en un incierto punto medio entre la eurofobia británica y el mercadeo florentino. El nuevo Gobierno de Roma recibió ayer la bendición de Donald Trump:
“Los italianos lo han entendido bien”.
Italia no rompe con Bruselas, pero amenaza con abrir juego con Moscú, en un delicado momento de reordenación de fuerzas en el Mediterráneo. Un poco más abajo de Sicilia está el brasero de Libia, con el portaaviones ruso Almirante Kuznetsov visitando el puerto de Tobruk. La buena conexión entre Matteo
Salvini, líder de la pujante Liga, y el Gobierno de Vladímir Putin pasa a ser uno de los rasgos más significativos de la nueva fase. “Junto con Viktor Orbán cambiaremos esta Europa” [Orbán, presidente nacional-populista de Hungría], ha declarado Salvini con evidente ánimo provocador.
Mientras Italia, tercera economía de la zona euro, se aleja de Bruselas, el nuevo Gobierno español encarga la dirección de la política económica a la hasta aho-
ra directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, Nadia Calviño.
El populismo italiano juguetea con Rusia, y España se mantiene atlantista. En el sur de España se halla la fuerza naval del escudo antimisiles norteamericano en el Mediterráneo. Los destructores que bombardearon Siria hace dos meses fondean en la base naval de Rota (Cádiz). Mientras se discuten el alcance y los ritmos de la transición energética, España deberá estar muy atenta a la impredecible evolución de Argelia (principal proveedora de gas natural) y a las tensiones subterráneas que pueden estar acumulándose en Marruecos.
Cuando los poderes fuertes parecían apostar claramente por Ciudadanos como posible fuerza de repuesto, Sánchez, un hombre que llegó a ser calificado de “insensato sin escrúpulos” en un editorial del principal periódico español, consigue romper los esquemas con una fulgurante e incierta adaptación hispánica del concepto Trudeau: un liberalprogresismo simpático, empático y astuto, como el que practica el primer ministro canadiense. Un Gobierno escenográfico para ganar las próximas elecciones. Un Gobierno bonito.
Alguien lo avanzó hace un tiempo. “El concepto es Trudeau”, señaló hace dos años el analista electoral Jaime Miquel, autor de La perestroika de Felipe
VI, ensayo sobre el terremoto político que la crisis económica y las tensiones generacionales han provocado en España. Iván Redondo, el influyente asesor de Pedro Sánchez, desde esta semana jefe de gabinete de la presidencia del Gobierno, conoce esas reflexiones desde hace tiempo: la estrategia vencedora será aquella que reconozca las tensiones realmente existentes y sepa ofrecerles una perspectiva razonable, pacífica e ilusionante en una sociedad en la que empiezan a ser mayoría las generaciones educadas en democracia. El concepto Trudeau aplicado a España, en opinión de Miquel, debería incluir el reconocimiento de la plurinacionalidad y la consiguiente reforma de la Constitución.
Sánchez efectuó reiteradas menciones a la “España plurinacional” durante su época morada, estos es, durante el periodo de tiempo en que se aproximó al lenguaje de Podemos para seducir a los militantes de base del PSOE, para mayor escándalo de la mayoría de los veteranos dirigentes de su partido. Al estallar en toda su dimensión la crisis de Catalunya, Sánchez archivó rápidamente cualquier alusión a la plurinacionalidad. Incluso Podemos se agazapó. Ayer, la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, desempolvó la reforma de la Constitución. “Es urgente, viable y necesaria”, declaró la nueva ministra de Política Territorial y Función Pública en un acto celebrado en Barcelona.
Albert Rivera, en fase de reorientación después de una moción de censura que le cogió muy desprevenido, rechazó la propuesta de Batet inmediatamente. El Partido Popular pedirá la comparecencia parlamentaria de la ministra. Sánchez intentará asemejarse a Justin Trudeau, pero España no es Canadá.
La exconsellera del Govern de la Generalitat Clara Ponsatí, actualmente refugiada en Escocia, añadió ayer otra pincelada interesante a la nueva coyuntura: “Jugamos al póquer e íbamos de farol”, dijo en relación con los hechos de octubre en Catalunya. La verdad se va abriendo paso en un país anegado de propaganda.
“España necesita un Podemos de derechas”, declaró hace cuatro años el banquero Josep Oliu, presidente del Banco de Sabadell, tras olfatear con preocupación el empuje de la protesta social y generacional. “Hay que volver a enamorar a los catalanes del proyecto español”, dijo hace unas semanas Ana Botín, presidenta del Banco de Santander, poco dada a los comentarios políticos.
El pasado martes, día de su adiós definitivo de la política, Mariano Rajoy abrió su teléfono móvil después de intervenir ante el comité ejecutivo del Partido Popular y sólo encontró un mensaje de despedida de sus principales contrincantes. Un mensaje de Pablo Iglesias.
La exconsellera Ponsatí aporta una verdad: “Jugamos al póquer e íbamos de farol”
Rajoy sólo recibió un mensaje de despedida de sus rivales: se lo envió Pablo Iglesias