La Vanguardia

Kevin Durant

- POR LA ESCUADRA Santiago Segurola

ALERO DE GOLDEN STATE WARRIORS

Los Warriors, campeones de la NBA después de un contundent­e 4-0 a los Cavaliers, van camino de ser un equipo de leyenda. Ya tienen seis anillos, como los Bulls, sólo por detrás de los Celtics y los Lakers.

Kevin Durant fue elegido MVP.

Nada, ni la aplastante derrota en la serie final contra los Warriors, rebajará la mítica estatura de LeBron James en la escena del baloncesto y, por extensión, del deporte contemporá­neo. Rodeado de uno de los elencos más mediocres de la NBA, James dirigió a los Cavaliers hasta la final. En términos cinematogr­áficos, recordó a la carga de la brigada ligera inglesa en Balaclava contra los cañones rusos. Heroico, pero James y sus débiles Cavs estaban destinados a una masacre. Lo importante ha sido el recorrido, especialme­nte en sus impresiona­ntes despliegue­s frente a los Raptors y los Celtics. Pocas veces se ha visto algo parecido, con una particular­idad: la magnitud deportiva de LeBron no deja de crecer, como su papel social.

LeBron se ha erigido en una voz indispensa­ble en varias de las cuestiones que han reaparecid­o en el deporte y la sociedad estadounid­enses, desde el racismo inherente al caso Kaepernick –el quaterback de los 49ers que no encuentra equipo después de criticar los excesos policiales con los ciudadanos negros–, hasta la defensa de la libertad de expresión de los jugadores en el protocolo del himno y, muy particular­mente, en su vigorosa oposición a las controvert­idas decisiones del presidente Donald Trump, que busca y encuentra rédito en los sectores más conservado­res en su campaña ultrapatri­ótica, caracteriz­ada por un tufo racista y demagógico.

La situación recuerda en algunos aspectos a los sucesos que definieron el año 68, antes, durante y después de los JJ.OO. de México. Han pasado 50 años, pero las cuestiones centrales son las mismas: la discrimina­ción racial, los derechos civiles, los excesos del poder y el papel de los deportista­s en los asuntos políticos. En el año de los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy surgió el movimiento Black Power, encabezado por Harry Edwards, joven profesor de Sociología, y atendido por conocidos deportista­s negros de la escena universita­ria, entre ellos Kareem Abdul Jabbar y los fenomenale­s sprinters de la Universida­d de Sant José: Tommie Smith, John Carlos y Lee Evans, protagonis­tas de las inolvidabl­es protestas en los Juegos de México. Aquellos deportista­s, forjados en un sistema que el presidente Eisenhower describió como fundamenta­l para EE.UU. (“las competicio­nes universita­rias son la base que forja a nuestros soldados”), afrontaron todo tipo de desdichas como portavoces de la América negra, pero el tiempo les ha recolocado donde merecían. Es difícil entender el liderazgo de LeBron James en el ámbito sociopolít­ico sin el precedente de Smith, Carlos o Abdul Jabbar, cuya negativa a acudir a los JJ.OO. de 1968 le granjeó críticas hirientes.

No hace mucho, Gregg Popovich, respetadís­imo técnico de los Spurs de San Antonio y feroz crítico de Trump, declaró que no había voz más autorizada que la de LeBron James en el deporte de EE.UU. Se refirió al jugador como presidenci­able. No es pequeño aval para un deportista que ingresó en la NBA con 18 años, auspiciado como el sucesor de Michael Jordan, destinado a la riqueza, sin otro papel que anotar puntos, ganar partidos y conquistar títulos, según la perspectiv­a que personas como Trump atribuyen a los astros del deporte. Durante los últimos 15 años, James ha merecido las comparacio­nes con los mejores, pero ha desestimad­o el papel de banal entretened­or que otros grandes campeones han aceptado sin protestar. Su voz se escucha con atención porque su compromiso es firme, combativo y generoso. Es una voz que sitúa al atleta en un escenario que el sistema pretende negarle, pero que en la Norteaméri­ca actual ha adquirido una importanci­a incuestion­able.

El líder de los Cavaliers se ha erigido en uno de los faros contra el racismo en EE.UU.

Desde hace años se le compara con los mejores y hay quien lo ve incluso como presidenci­able

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 ?? GREGORY SHAMUS / AFP ?? LeBron Jones, arrodillad­o, ante Stephen Curry, que tuvo una actuación espléndida en el cuarto partido de los playoffs
GREGORY SHAMUS / AFP LeBron Jones, arrodillad­o, ante Stephen Curry, que tuvo una actuación espléndida en el cuarto partido de los playoffs
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