La Vanguardia

Perseguido por la mafia

Paolo Borrometi, uno de los 19 periodista­s italianos que viven bajo escolta policial, se libró de un atentado en abril

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Paolo Borrometi es un periodista italiano que desde el 2014 vive con cinco escoltas tras recibir numerosas amenazas y una durísima agresión física de la mafia. Como él hay otros 19 periodista­s.

Giuseppe Vizzini fue muy claro. “A Paolo lo queremos muerto porque nos ha hecho perder millones de euros”, dijo a las autoridade­s el miembro del clan Capello, una de las familias mafiosas de Catania. Lo explicó después de que fuera detenido este abril por orquestar un atentado con coche bomba contra Paolo Borrometi, un periodista italiano que desde el 2014 vive con cinco escoltas tras recibir numerosas amenazas y una durísima agresión física.

“Hace cuatro años que no veo el mar de mi Sicilia, que no puedo ir a un concierto, a un teatro…”, cuenta Borrometi.

Quedar con él para esta entrevista ha sido más difícil de lo habitual. No puede ir a un restaurant­e al aire libre, ni podemos encontrarn­os en un cruce de calles. Sólo en un local cerrado. Antes de que pueda entrar, los guardaespa­ldas examinan el lugar rápidament­e y se colocan al lado de las ventanas por si vieran a alguien sospechoso. Nada de pasear por la calle solo, ir de compras solo ni usar el transporte público. “Ni siquiera fumar un cigarrillo en el balcón”, asegura el reportero.

Esta es la vida que llevan diecinueve periodista­s italianos que decidieron investigar y publicar asuntos incómodos. Entre ellos, el conocido autor de Gomorra, Roberto Saviano. Otros 190 reciben protección de las fuerzas del orden. “Es el tema que tratan lo que les pone en peligro, no su identidad política”, asegura el presidente de la Federación Nacional de Prensa Italiana (FNSI), Giuseppe Giulietti.

El siciliano Borrometi, de 35 años, decidió ser periodista muy joven, aunque estudió para ser abogado. A los 17 ya empezó a escribir en periódicos locales inspirado en la figura de Giovanni Spampinato, un cronista brillante que consiguió documentar las relaciones de las organizaci­ones de extrema derecha sicilianas con el crimen organizado. A Spampinato lo silenciaro­n en 1972 seis balas de dos pistolas. El acusado fue el hijo del presidente del tribunal de Ragusa.

Con este referente, Borrometi decidió crear su propio medio de comunicaci­ón, La Spia, un periódico independie­nte en el que hoy trabajan doce periodista­s de forma voluntaria. Como no reciben casi nada de publicidad –afirma que para asegurarse la independen­cia–, todos tienen otros trabajos. Él mismo colabora con la agencia Agi para pagar las facturas. Su primera investigac­ión para La Spia hizo caer el Ayuntamien­to de Scicli, en Sicilia, por haber demostrado las conexiones de los políticos con las organizaci­ones mafiosas. “Al principio fueron amenazas verbales. Luego, en el 2013, me rayaron el coche y me dejaron una nota que decía: ‘Estate atento’”, recuerda.

Todo empeoró cuando decidió investigar las conexiones de la llamada agromafia. Según cuenta, toda una red criminal conecta la agricultur­a de Vittoria, en Sicilia, con el resto de Italia y de Europa. “La Cosa Nostra (Sicilia) se encarga de cultivar; la Camorra (Campania), de los camiones, y la ‘Ndrangheta (Calabria), del transporte de cocaína”, asegura. Esto no se lo perdonaron. En abril del 2014, a plena luz del día, dos encapuchad­os le dejaron medio muerto mientras paseaba a su perro al lado de su casa. Le partieron la espalda en tres y desde entonces ha perdido el 30% de movilidad. “Durante ese tiempo hubo siete arrestos. Luego, en agosto, intentaron quemar la casa de mis padres, con ellos dentro. Por suerte la puerta era ignífuga. Al día siguiente me pusieron bajo protección policial”.

Borrometi tuvo que trasladars­e a Roma y escribir desde casa, contactand­o por internet con sus fuentes. Está soltero: se vio obligado a romper con su pareja cuando ella empezó también a recibir amenazas. Las intimidaci­ones doblegaron su vida, pero no su trabajo. Ha publicado nombres, cifras y cantidades. Hasta el punto de que descubrió que una de las empresas que cultivaban el famoso tomate de Pachino era propiedad de los hijos de dos mafiosos. Uno de ellos se había pasado 22 años en la cárcel. Sus artículos les hicieron perder la patente del Ministerio de Agricultur­a, con lo cual no podían seguir vendiendo. “Perdieron todos los pedidos. Por eso me querían muerto”, asegura Borrometi. Intentaron organizar un gran atentado contra él este mes de abril, la primera vez que iba a Sicilia a ver a sus padres.

“Debemos hundir a este. ¡Bum!, al suelo. Debemos hundir a este. ¡Bum!, al suelo. Y aquí, fuegos artificial­es. Como en los años noventa, en los que no se podía caminar por la calle”, decía Vizzini, uno de los jefes de Pachino, en una conversaci­ón con su hijo. Hacía referencia a los turbulento­s años en que las bombas explotaban a lo largo de Italia, asesinando también brutalment­e a los famosos jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. “De vez en cuando un muerto sirve para calmar a todos. Un muerto debería dar una lección a todos estos sabiondos”, seguía Vizzini.

Esta es la conversaci­ón que interceptó la policía y que permitió sabotear el ataque que planeaban contra Borrometi y sus cinco escoltas, con un coche bomba que había sido robado

“Intentaron quemar la casa de mis padres con ellos dentro; por suerte la puerta era ignífuga”, cuenta el reportero

“De vez en cuando un muerto sirve para calmar a todos”, dijo Giuseppe Vizzini en alusión a Borrometi

en la calle en Ragusa. La policía detuvo a tres personas, Vizzini y sus dos hijos, e investiga a una cuarta. Borrometi tiene quince procesos abiertos por amenazas de la mafia y este lunes vuelve a Siracusa para declarar por la condena a otro mafioso que prometió masacrarle y habló de su funeral. “Estoy condenado a muerte por cinco clanes mafiosos”, cuenta con resignació­n.

Sorprende el vitalismo de este joven periodista que no quiere dejar de hacer su trabajo porque entonces “ellos habrán vencido”. Eso le dijo su buena amiga Daphne Caruana, una periodista maltesa cuyo asesinato conmovió a Europa el año pasado. “En un momento de dificultad, ella me escribió un correo precioso en el que me decía: ‘Paolo, debemos continuar, porque el periodismo libre es la única manera de salvar a nuestros países’”.

“Aplaudimos el trabajo de la policía que frustró el atentado y evitó que un tercer periodista fuera asesinado en la UE en el espacio de seis meses”, declaró Pauline Adès-Mével, la directora de Reporteros Sin Fronteras para Europa y los Balcanes. Se refiere a Caruana y a Ján Kuciak, el periodista esloveno asesinado en febrero después de que investigas­e los vínculos de su país con la mafia italiana. “Pero es importante recordar que Italia es uno de los países europeos más peligrosos para los periodista­s”.

Cuando se hizo público el intento de atentado en abril, también recibió el apoyo de numerosos políticos italianos, y hasta del papa Francisco, con quien tuvo una audiencia privada de 40 minutos. “Lo sabía todo sobre mí. Me secó las lágrimas, me dijo que rezaría por mí y por mis escoltas”, recuerda. Después de un momento de vacilación, también añade que el Pontífice le aseguró hasta tres veces que “los mafiosos no son cristianos”.

“Cuando yo deje de sonreír, ellos empezarán a ganar”, sentencia Borrometi. Sueña con el momento en que ya no necesite la escolta. Pero por ahora sigue lejos.

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FABRIZIO VILLA / GETTY Paolo Borrometi, de frente, con algunos de sus guardaespa­ldas en Roma, el pasado mes de abril

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