La cabeza del gobierno de Rajoy
Los diez últimos años de Rajoy al frente del PP han estado marcados por dos mujeres. María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Las dos se hicieron fuertes a la vez, en el Congreso de Valencia del 2008, y ambas coincidieron aquel día en lucir un vestido rojo. Entonces empezó la rivalidad.
La exvicepresidenta ha dirigido la respuesta a las crisis más importantes a las que se ha enfrentado Rajoy
Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971) llegaría a vicepresidenta y a acaparar el mayor poder que ha tenido un vicepresidente, poniendo bajo su manto hasta a los servicios de inteligencia. Pero hasta llegar ahí, Soraya Sáenz de Santamaría tuvo un largo recorrido al lado de Mariano Rajoy. Era este vicepresidente del Gobierno de Aznar cuando encargó a su jefe de gabinete, el ya fallecido Francisco Villar, buscar una asesora para asuntos jurídicos. Sáenz de Santamaría, abogada de profesión y que había sacado las oposiciones de abogada del Estado un año antes, puesto que desempañaba en León, envió su currículum y acudió a la Moncloa a hacer la entrevista de rigor. Cuando Villar la conoció supo que era la elegida y que estaba llamada a puestos más importantes. Jugó un papel crucial en la crisis del Prestige que tuvo que torear Rajoy, y le siguió en todos los puestos que ocupó el ya expresidente del Gobierno, hasta que perdió las elecciones. Entonces hizo su elección, se dedicaría a la política, al lado del “jefe”, como llama siempre a Rajoy. Colaboró primero en la elaboración del programa de las elecciones del 2004 y después se hizo cargo de la secretaría de política local y autonómica, a la vez que llevaba en el Congreso los debates del Estatut de Catalunya que tantos dolores de cabeza levantaría después en el PP.
Pero el momento crucial para Soraya Sáenz de Santamaría llegó en el 2008. La pérdida de confianza que algunos dirigentes del PP tenían en Mariano Rajoy, tras perder las segundas elecciones, hizo que el líder del PP echara manos de los suyos, de los más fieles, para abordar ese momento difícil, y Soraya Sáenz
de Santamaría tuvo que hacerse cargo del grupo parlamentario del Congreso, en sustitución de Eduardo Zaplana. Los que habían perdido la fe en Rajoy llamaban a Sáenz de Santamaría y el equipo que formó –José María Lasalle, José Luis Ayllón, Álvaro Nadal– los becarios. Se reían de ellos y no les auguraban más que fracasos, pero el esfuerzo incansable de aquel joven equipo capitaneado por Soraya –nunca se la cita por sus apellidos en Génova– hizo que quienes se burlaban tuvieran que acabar admitiendo que se había consolidado y lo hacía bien. Y si no que se lo digan a María Teresa Fernández de la Vega, con quien tenía debates parlamentarios de mucha altura y dureza.
Por eso no sorprendió a nadie que Mariano Rajoy pensara en Soraya, y sólo en ella, cuando ganó las elecciones en el 2011, para ser su mano derecha en el gobierno. Acababa de dar a luz a su único hijo diez días antes de las elecciones y, sin embargo, le encargó, tras el triunfo, que dirigiera el traspaso de poderes. Luego que organizara la estructura del Gobierno, y después la nombró vicepresidenta, portavoz y responsable de los servicios de inteligencia, es decir, el CNI. Fue quien organizó y desorganizó el gobierno en los siete años que ha estado Rajoy en el poder. Quien afrontó las principales crisis con las que hubo que lidiar, no sólo la económica, sino la del ébola, la sucesión en la Jefatura del Estado y, sobre todo, y ya en una segunda etapa, la del “desafío soberanista”. A ella le encargó Rajoy también la operación diálogo y evitar el referéndum del 1 de octubre. En este último aspecto le llegaron las principales críticas, porque el referéndum se celebró y los servicios de inteligencia fallaron a la hora de impedir que las urnas llegaran a los colegios.
Mientras, sus discrepancias con Cospedal aumentaron, y ahora, ya sin Rajoy, se piensa la decisión de si vuela sola después de haber estado durante dieciocho años a la sombra del “jefe”.