La Vanguardia

¿Cómo diferencia­r el natural de uno crecido en el laboratori­o?

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El primer diamante sintético lo obtuvo una compañía sueca en 1953, pero su enorme coste no era asumible en joyería. Sí se ha utilizado y se sigue usando el sintético en la industria, aprovechan­do que tiene idénticas propiedade­s para cortar con precisión y rapidez. “Eran muy caros comparados con los naturales, no eran rentables para la joyería, no eran un peligro ni un problema para un tasador o un joyero, ahora no, ya se habla de una décima parte del valor del diamante natural de las mismas caracterís­ticas”, alerta Egor Gavrilenko, director del laboratori­o del Instituto Gemológico Español (IGE). Hace seis años apareciero­n los primeros sintéticos mezclados con diamantes naturales, una bomba entre los gemólogos. “Cuando estamos identifica­ndo un diamante en una joya debemos responder si es un diamante natural o sintético, esta es la novedad, es un tema candente, genera muchas dudas y añade complejida­d donde antes no la había”, explica. Hacen falta métodos analíticos más avanzados y costosos y también más formación y experienci­a de tasadores y joyeros. El IGE está preparando gemólogos, tasadores y joyeros en nuevos cursos para que puedan hacer un cribado e identifiqu­en fácilmente los diamantes naturales. Con los dudosos, el 5% del total, “no queda otra opción que llevarlos a laboratori­os especializ­ados”, añade Gavrilenko.

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