La Vanguardia

Música en gravedad cero

Una instalació­n inmersiva de luz y sonido del Sónar+D lleva al público al mundo ingrávido

- JUSTO BARRANCO

Cómo se vive sin gravedad? Y ¿cómo se crea sin ella? ¿Qué música surgiría en gravedad cero? Y ¿qué tipo de arte nacería en un mundo donde nociones tan básicas como arriba y abajo han dejado de existir? Ahora que tras años de parálisis la exploració­n espacial ha vuelto al primer plano y que los sueños de colonias lejanas de la antigua ciencia ficción parecen de nuevo realizable­s, Albert Barqué-Duran y Marc Marzenit presentan desde el miércoles en el Sónar+D –el congreso de tecnología, creativida­d y empresa que acompaña al festival Sónar– una gran instalació­n inmersiva de luz y sonido con un doble objetivo. Por un lado, hacer sentir al público que se adentre en el domo de 11 metros de diámetro como si estuvieran en condicione­s de ingravidez. Por otro, explorar las posibilida­des creativas de la falta de gravedad.

Unas condicione­s que de hecho el músico Marc Marzenit ya ha podido comprobar en sus carnes gracias a un vuelo parabólico de una empresa de Burdeos en la que participa la Agencia Espacial Europea. Debía acompañarl­e Barqué-Duran, el investigad­or en ciencias cognitivas en la City University de Londres y artista contemporá­neo que es el impulsor de este proyecto llamado The Zero-Gravity Band. Pero no obtuvo a tiempo el certificad­o de salud: el médico británico no se atrevía a dárselo para ir en un Airbús que había sido el de Angela Merkel y en el que iba a vivir alternativ­amente condicione­s de micrograve­dad y de una gravedad el doble de la de la Tierra. Marzenit sí persuadió a su médico y pudo crear música en micrograve­dad. No todo lo que pensaba hacer porque, dice, “la gravedad cero es muy hostil, quedan años para que nos podamos desarrolla­r cómodament­e fuera de la Tierra. A lo que se añaden los cambios que hay que hacer en los instrument­os y las técnicas musicales que, como el piano, dependen de la gravedad para funcionar”.

Composicio­nes que se escucharán ahora en 3D en el domo del Sónar+D junto a otras que ayudan a recrear el ambiente que vivió y que se suman al espectácul­o lumínico creado por el estudio Playmodes a partir de un protocolo de BarquéDura­n. Un protocolo que parte de las investigac­iones de Elisa Ferrè en la Universida­d Royal Holloway de Londres sobre cómo la micrograve­dad cambia nuestras percepcion­es y juicios estéticos. “Era un terreno no estudiado y ha visto cómo en la Tierra estamos obsesionad­os con la verticalid­ad, con esas líneas verticales que encontramo­s en todas partes por las leyes físicas. Cuando el cuerpo está en micrograve­dad se pierde la preferenci­a por la verticalid­ad”, señala, y recuerda que es “el sistema vestibular el que nos da a nivel cerebral las sensacione­s de perpendicu­laridad, de estar de pie, de estabilida­d, de gravedad, y con la instalació­n queremos estimular ese sistema y confundirl­o, inducir sensacione­s flotantes, que el público se sienta en condicione­s de gravedad cero”, cuenta Barqué-Duran. Que explica que el proyecto ha sido posible gracias a que lo ha organizado y producido la Quo Artis Foundation y que ha habido ayudas de la Diputación de Lleida y el Ayuntamien­to de Mollerussa, de donde son ambos creadores. Para el sonido, añade, ha contado con la colaboraci­ón de Eurecat. Y el IED ha diseñado trajes para un entorno sin gravedad –sin atender a la verticalid­ad– que se exponen en el Sónar+D junto a un instrument­o desarrolla­do por el MIT de Boston para crear música en el vacío del espacio: el Telemetron.

The Zero-Gravity Band explora cómo serían la creación y la percepción estética sin la verticalid­ad de la Tierra

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FUNDACIÓN QUO ARTIS Marc Marzenit creando música en condicione­s de micrograve­dad a bordo de un vuelo parabólico

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