Confesiones de Martín Caparrós, ‘salvaje’ ilustrado
El argentino Martín Caparrós sonríe cuando conoce la anécdota del joven que, aunque no tiene entradas, ha cruzado el océano y recorrerá Europa de punta a punta para ir al Mundial. Él lo entiende porque es un viajero que escribe o un escritor que viaja. Vive a caballo de ciudades, países y continentes. Su patria es el camino. Las fronteras también se difuminan en su obra. Sólo le interesa contar historias, ya sea a través de la ficción, el ensayo, el periodismo o incluso la fotografía, como demuestra su última joya,
Postales (Altaïr). Utilizar un Mundial para viajar es “una excusa tan buena como cualquier otra”. “Pienso demasiado las cosas, para bien o para mal”, dice el autor que golpeó conciencias con El Hambre (publicado por Anagrama y con una espléndida foto suya en la portada). Su mirada crítica nunca descansa. ¿Nunca? El fútbol, dice, “es mi espacio de salvajería feliz. Dos veces por semana, durante dos horas, me dedico atentamente a algo que en realidad es una tontería”. De esta contradicción (“dar
mucha importancia a 22 muchachos en pantalón corto”) han nacido otros libros como Ida y vuelta: una correspondencia sobre fútbol
(Seix Barral), que recoge su intercambio epistolar con el novelista mexicano Juan Villoro durante el Mundial de Sudáfrica. Ahora comentará el de Rusia para una televisión y para The New York Times en español. El hincha que dará la vuelta al Mundo y que quizá vea los partidos en un bar no le parece un necio, sino alguien que busca ser despreocupadamente feliz.