Pisar el acelerador para mandar las cuentas a Bruselas
La falta de apoyos políticos sólidos también convierte en titánico el reto de sacar adelante unos presupuestos para el 2019. El primer escollo, es el techo de gasto, que esperan tener cerrado antes de mediados de julio. Después tendrán que ir negociando las distintas partidas de unas cuentas a las que se han comprometido a dar un cariz más social. Nueva subida de pensiones, más gasto en sanidad, educación o ciencia… Si se tienen en cuenta los planes de los últimos meses del equipo de Sánchez, este giro presupuestario pasa necesariamente por aumentar los ingresos y, por tanto, los impuestos. Desde el primer momento tanto María Jesús Montero como la nueva ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, se han mostrado dispuestas a hacer cambios en el sistema tributario.
Hasta hace unos días el PSOE había defendido que, para llevar hasta 30.000 millones de euros más a las arcas de la Agencia Tributaria, era necesario aplicar un impuesto a la banca (se ha hablado de un recargo complementario del 8% al de sociedades) y aumentar la presión fiscal a las rentas más altas.
El PSOE tampoco descartaba crear una tasa a determinadas transacciones financieras, medida que contaba con opositores como el gobernador saliente, Luis María Linde. El ministro saliente Cristóbal Montoro pasará a la historia como el ministro que más presupuestos ha diseñado en democracia. En su haber está que los presupuestos del 2018, por él activados, deberá aplicarlos el partido que inicialmente los rechazó en el Congreso. Queda por ver las enmiendas que pretende introducir el Partido Popular en el Senado y si estas afectarán a los compromisos asumidos en su día con el PNV.