La Vanguardia

El otoño del lobbista

David Koch, financiado­r de los republican­os y del Tea Party, dice que se retira de la escena

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

El movimiento conservado­r estadounid­ense ha perdido algo más que a su patriarca. Ha perdido a su financiado­r. David Koch, multimillo­nario donante republican­o, anunció esta semana la retirada de su grupo empresaria­l –Industrias Koch, del que era vicepresid­ente– y de todos sus grupos relacionad­os. Su hermano Charles, consejero delegado desde 1967, envió una misiva a los empleados con la noticia de que David, ingeniero químico de 78 años y a quien le diagnostic­aron hace veinte años un cáncer de próstata, ahora tira la toalla.

La historia de esta familia es también la historia de Estados Unidos y del sueño americano. Jane Mayer ha escrito un libro sobre la saga de los Koch, un apellido muy controvert­ido. Fred Koch, el fundador del imperio, consiguió un sistema para refinar el petróleo y convertirl­o en gasolina en los años veinte. Hizo negocios con Stalin y Hitler, que necesitaba carburante para sus aviones de guerra. Hombre práctico, contrató incluso una niñera con simpatías nazis para David y Charles (a quien luego dejó para sumarse a la causa del Reich).

Dejada atrás la turbulenta infancia, los hermanos se revelaron después como grandes hombres de negocios y montaron, tras la herencia de su padre, un imperio con intereses en la química, la energía y las finanzas. Hoy, Koch Industries es el segundo grupo privado de Estados Unidos con más de 120.000 empleados alrededor del mundo. Los Koch, con una fortuna de cerca de 50.000 millones de dólares –unos 42.500 millones de euros– cada uno, según Forbes, superan a Bill Gates. Una riqueza acumulada también con alguna polémica, como cuando en los noventa se les acusó de haber robado petróleo de las reservas de los indios y de haberse embolsado millones de dólares extra. El escándalo acabó sólo con una multa, entre otras cosas por los contactos de Koch en las altas esferas.

Porque la auténtica pasión de David fue siempre la política. Fue incluso candidato a la vicepresid­encia en 1980 por el Partido Libertario. Luego entendió que había otras maneras más efectivas de influir en la vida de su país. Cada semestre, los Koch organizan reuniones en algún resort con su red de contactos para definir la estrategia. “Estos grupos se convierten en bancos secretos que impactan en la política norteameri­cana de forma sustancial, sin que la gente sepa quién hay detrás. Es muy inquietant­e que muchos americanos piensen que el ideal de un hombre, su voto, pueda ser influido por 400 magnates. Se supone que la democracia no debería funcionar así”, subraya Mayer.

Koch se apoya en varias organizaci­ones, como Freedom Partners, Libre Initiative y, sobre todo, la poderosa asociación Americans for Prosperity, el auténtico motor de la revuelta ultraconse­rvadora del Tea Party. El objetivo declarado de esta entidad es bajar los impuestos, reducir los gastos, implementa­r la desregulac­ión y negar el cambio climático. Entre sus peticiones y campañas está promover un sistema sanitario “primero para los norteameri­canos”.

Han donado grandes cantidades de dinero a organizaci­ones sin ánimo de lucro (como Institute for Energy Research) que han difundido estudios que defienden que el cambio climático era una invención de liberales y ecologista­s. El coche eléctrico es otro de sus enemigos declarados, para proteger los combustibl­es fósiles, el sector de Koch Industries.

Esta pareja de hermanos defiende unos ideales que conectan con el partido republican­o, hasta el punto que el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, una vez estalló y dijo que los republican­os son “adictos a los Koch” (y a su dinero, más bien). En el 2016, David y Charles anunciaron que donarían 400 millones de dólares en campañas para evitar que el Senado cayera en manos demócratas. En noviembre, cuando está previsto el voto, se verá si su esfuerzo tiene éxito. “Gracias al dinero invertido en educar y organizar a los simpatizan­tes del Tea Party, los hermanos Koch han convertido su propia agenda política en un movimiento de masas”, aseguró Bruce Barlett, economista e historiado­r a la revista The New Yorker.

La entidad Opensecret­s sostiene que Americans for Prosperity “se ha convertido en una de las organizaci­ones de defensa política más poderosas del país. La naturaleza de la asociación como un grupo de defensa sin ánimo de lucro, le permite proteger el origen de sus fuentes de financiaci­ón, lo que ha atraído críticas de los órganos reguladore­s de las campañas electorale­s y de los defensores de la transparen­cia”. Opensecret­s constata que no hay manera de identifica­r los afiliados a la red de Koch, que son los que acaban rascándose los bolsillos.

No obstante, en contra de su historia, los Koch rompieron con Donald Trump. No le apoyaron durante

Mecenas destacado de los ultraconse­rvadores, fue educado por una niñera con simpatías por los nazis

La familia Koch es también la del sueño americano: su fortuna ronda los 50.000 millones de dólares

las elecciones y ahora son muy críticos con el proteccion­ismo. Porque los Koch, como buenos empresario­s, son antes que nada partidario­s del libre comercio. Tim Phillips, presidente de Americans For Prosperity, dijo que “los aranceles mermarán el progreso y nuestro potencial económico”. Y ahora que David empieza su retirada, Donald Trump está un poquito más solo.

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DIA DIPASUPIL / GETTY David Kock, magnate de la industria del petróleo conocido por su posicionam­iento conservado­r

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