La fórmula Hurtado
Parece que Meritxell Batet plantea, entre otras cosas, poner sobre la mesa de negociación algunos artículos del Estatut del 2006 que, según el TC, serían constitucionales si no estuvieran en el estatuto, sino en una ley orgánica. Esta fórmula, que ya había sido contemplada por el presidente Montilla tras la famosa sentencia, recuerda la que Amadeu Hurtado recomendó al president Companys cuando el Tribunal de Garantías anuló, como resultado de un recurso del gobierno de la República, la ley de Contratos de Cultivo aprobada por el Parlament.
La propuesta de Hurtado, que había actuado como comisario de la Generalitat en aquel pleito, era que el Parlament volviera a votar la ley sin alterar el fondo, pero introduciendo enmiendas secundarias que permitieran adaptarla a los términos de la Constitución relativos a las competencias que el Tribunal consideraba que se vulneraban. Esta propuesta, que contaba con el apoyo del Gobierno español de Ricardo Samper, que se había comprometido a no presentar un nuevo recurso, no fue aceptada por Companys, que comunicó a Hurtado que la dignidad del Parlament no consentía modificar ni una sola coma del texto y que estaba “dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias sin retroceder ante los más graves peligros personales”. Días después, el Parlament ratificó la ley. Faltaban casi cuatro meses para que se desencadenaran los hechos del 6 de octubre de 1934, que se
La distinción entre motivos reales y pretextos no sólo sirve para explicar los orígenes de la guerra del Peloponeso
saldaron con decenas de muertos, con Companys y casi todo su gobierno encarcelados y con el conseller de Gobernación Josep Dencàs en Francia tras huir por el alcantarillado.
El propio Hurtado, que fue el propietario del mítico semanario Mirador, explica su recuerdo de estos episodios en Quaranta anys d’advocat. Història del meu temps. 1894-1936 (Edicions 62). Al evocar los acontecimientos, relata que, al poco de la sesión en que se ratificó, supo que el empecinamiento en aquella ley era un simple pretexto para levantar un movimiento insurreccional contra la República. Y a continuación añade que el “factor activo estimulante más activo” entre los que tenían en la agenda este levantamiento era el “grupo de totalitarios que, en nombre de un nacionalismo radical, iban introduciendo en las masas ingenuas de los partidarios la fe en el vigor de los métodos de fuerza”. Este grupo de totalitarios era evidentemente las Joventuts d’Esquerra Republicana d’Estat Català, lideradas por Dencàs y por Miquel Badia, el “capitán cojones”, de que tanto se ha hablado estos días a raíz de la devoción del president Torra por algunas figuras históricas del catalanismo. Pero, más que por el retrato de estos personajes, el testimonio de Hurtado es importante porque nos recuerda que la vieja distinción entre los motivos reales y los pretextos no sólo sirve para explicar a la manera de Tucídides los orígenes de la guerra del Peloponeso. La influencia de quienes no quieren que ninguna negociación transaccional sensata les estropee lo que ven como un buen pretexto acostumbra a ser decisiva en muchas historias, sobre todo en aquellas que terminan mal.