El pulpo ya lo sabía
Entre vuvuzelas, Shakira y oráculos de ocho brazos, el gol de Iniesta ante Holanda transformó la historia del fútbol español
Ni “a mí Sabino que los arrollo”, ni el gol de Zarra “a la pérfida Albión” ni la Eurocopa del 64 con Franco en el palco y el gol de Marcelino. Todos los mitos que sustentaban al fútbol español y la leyenda de la furia fueron pulverizados por el remate de Iniesta en el minuto 116 de la final del Mundial del 2010, en el instante en que el centrocampista manchego empalmó un remate cruzado con la derecha que dejó paralizado al meta neerlandés Stekelenburg. Después de empezar perdiendo con Suiza y de superar con cierta angustia la fase de grupos, la selección que había formado Vicente del Bosque se proclamaba así campeona mundial, el mayor éxito de todos los tiempos para el fútbol español. Con sólo ocho goles marcados en total, con victorias consecutivas por 1-0 en octavos (ante la Portugal de Cristiano Ronaldo), en cuartos de final (ante el Paraguay que dirigía Tata Martino), ante Alemania (con un gol no menos histórico de Puyol) y, finalmente, ante Holanda en la prórroga de la gran final. El campeón del mundo con menos goles marcados, pero no por ello el campeón del mundo con un juego insulso, todo lo contrario. El triunfo de la roja en el Mundial de Sudáfrica fue la joya de la corona de una selección que dos años antes y dos años después se proclamó campeona de Europa. Un dominio absoluto para una misma generación de futbolistas –con destacadísima presencia de juga- dores del Barcelona y el complemento de varios elementos fundamentales del Madrid– que reinó sin discusión. De inicios del 2007 hasta ganar el Mundial, España jugó 55 partidos con el balance de 50 victorias, tres empates y sólo dos derrotas. La consagración mundial del tiqui taca.
La FIFA otorgó un premio de 19,8 millones de euros al campeón del Mundial de Sudáfrica, que fue además el primero que concedió una indemnización a los clubs que aportaban futbolistas. 1.600 dólares por día y jugador. Fue un Mundial marcado popularmente por las vuvuzelas, ruidosas cornetas de plástico que inundaron los estadios, pero también el Mundial del Waka Waka, la canción oficial, que alcanzaba su punto culminante con la interpretación de la colombiana Shakira. Pero aún fueron más populares, si cabe, los pronósticos de un pulpo. Sí, un pulpo. Lo que empezó como una curiosidad graciosa llegó a paralizar la atención de miles de aficionados, incluidos dirigentes de países. El pulpo Paul se ganó la fama de oráculo que adivinaba el vencedor de los partidos. Lanzaba sus predicciones desde el Sea Life de Oberhausen, donde cuentan que su peculiar forma de mirar a los visitantes del parque convenció a sus cuidadores de que poseía un talento especial.
Antes de cada partido se le presentaban dos contenedores idénticos, identificados con las banderas de Alemania y su rival. Dentro de las cajas se hallaba su comida. El pulpo escogía uno de los contenedores y se entendía que apostaba por aquel equipo. Su porcentaje de acierto era espectacular y ya en la Eurocopa 2008 acertó en cuatro de los seis partidos de Alemania. En el Mundial no falló ni uno: ocho aciertos seguidos. Pero su consagración fue al dar vencedora a España sobre Alemania... y luego a España sobre Holanda, en la final, en su único pronóstico sin presencia alemana.
Destacados científicos y analistas matemáticos intentaron encontrar una explicación lógica a la fiabilidad del pulpo Paul. El día que debía decidir el resultado de la final varios canales de televisión españoles retransmitieron en directo la elección del octópodo. Tras la final, el acuario de Madrid realizó una oferta para adquirirlo, pero no hubo negociación posible. “No está en venta”, les dijeron. Poco después intervino el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que acusó a Paul de ser “un agente de la propaganda occidental y la superstición”. Añadió que “quienes creen en este tipo de cosas no pueden ser los líderes de las naciones mundiales”. Paul murió poco tiempo después del Mundial, el 26 de octubre del 2010.
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