La Vanguardia

Esclavos de los números

- Margarita Puig

El once es uno de los dígitos denominado­s maestros. Igual que el 22 y el 33. Pero, mira por dónde, ese número maestro nunca aparece en la simbología cristiana. Es una cifra maldita, pecaminosa e incompleta. Transita entre el 10, que habla de la perspectiv­a humana, y el 12, que se refiere a la áurea cósmica... y es, aunque no lo dejaran por escrito en los textos bíblicos, el dígito al que quedaron reducidos los apóstoles después de la traición de Judas.

Ese número, el quinto primo, después del siete y antes del trece (y el representa­nte atómico del sodio), va a acompañar por un buen tiempo a Nadal. Once. ¡Once Roland Garros consecutiv­os suma el rey de la tierra batida!

Está claro que a los números los cargamos de más significad­o del que poseen. Pero sirven, ni que sea, para comparar. Para poner en balanza, por ejemplo, el talento estratosfé­rico de Federer (que lleva 20 de los grandes, por 17 del mallorquín) con el de un Nadal capaz de llenar las gradas hasta arriba allá a donde vaya incluso cuando el suizo se queda en casa. Sin sombra y a sus 32 años (que también celebra y cumple siempre en París desde hace trece, porque nació un 3 de junio) y sin que la ruidosa juventud de Thiem o Zverev le incomode para nada.

Para muchos, llegar a una edad con un número redondo marca ciclos de angustia. Son las crisis de los 30 (que nunca tuvieron Nadal ni Federer), de los 40, de los 50 .... y que sufrimos más que nadie los atrapados por la aritmomaní­a (un desorden numérico obsesivo-compulsivo que obligaba al mismísimo Tesla a buscar permanente­mente en su vida cotidiana números divisibles por 3 ya fuera para decidir una fecha para una celebració­n importante o para alojarse en una habitación de hotel).

Según un Nobel, la estadístic­a es la ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo uno, los dos tenemos uno

La gracia de todo es que estas situacione­s dejarían de tener sentido si nos basáramos en un sistema duodecimal. Entonces quizá nos centraríam­os más en la magia de dígitos como el 11 y segurament­e nos deprimiría­mos al llegar a los 48, que es la edad que cumplirá el próximo 26 de enero el flamante nuevo ministro que se reconcilió con el deporte gracias a este 10+1 de Nadal. Sí, Màxim Huerta.

Pero, insisto. Todo son cavilacion­es, maneras de pasar la vida o el rato que no tienen más trascenden­cia que la que cada uno quiera darle. El irlandés George Bernard Shaw (el crítico musical, dramaturgo, periodista, premio Nobel y fotógrafo que también se metió en política) lo resumía muy bien en una frase: “La estadístic­a es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”. También decía que el hombre puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo. Murió el 2 de noviembre de 1950. Treinta y cinco años, siete meses y un día antes de que naciera Nadal...

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