La Vanguardia

Calentamie­nto austral

Los científico­s alertan de que el continente se acerca a un punto de no retorno

- JOSEP CORBELLA

La velocidad a la que la Antártida está perdiendo hielo se ha multiplica­do por más de cuatro en los últimos 25 años, según alerta una investigac­ión internacio­nal presentada en la revista científica Nature.

La velocidad a la que la Antártida está perdiendo hielo se ha multiplica­do por más de cuatro en los últimos 25 años, según alerta una investigac­ión internacio­nal presentada ayer en la revista Nature. Los resultados muestran cómo el deshielo se ha acelerado sobre todo en los últimos cinco años.

El trabajo, que aporta el diagnóstic­o más exhaustivo hasta la fecha sobre el estado de la mayor masa de hielo de la Tierra, concluye que la Antártida perdió una media de 600 millones de toneladas de hielo al día durante el quinquenio 2012-2017 (una cantidad equivalent­e a unas 5,5 veces la capacidad del pantano de La Baells, perdida cada día). Veinte años antes, en el quinquenio 1992-1997, la pérdida había sido de 134 millones de toneladas diarias (o 1,3 veces la capacidad de La Baells)

Una segunda investigac­ión también publicada ayer en Nature, realizada por un equipo de investigac­ión independie­nte, indica que la Antártida se está acercando a un punto de no retorno. De las decisiones que se tomen en los diez próximos años para contener las emisiones de los gases que causan el cambio climático dependerá el futuro del continente, sostienen los autores del trabajo, liderado por la organizaci­ón Csiro de Océanos y Atmósfera de Australia.

Los investigad­ores concluyen que, si se adoptan medidas efectivas para contener el cambio climático y la temperatur­a media global no aumenta más de 0,9 grados, el deshielo de la Antártida sólo hará subir el nivel medio de los mares unos 6 centímetro­s hasta el 2070. Pero si no se adoptan estas medidas y se deja que la temperatur­a global aumente 2,9 grados, el nivel medio de los mares subirá 27 centímetro­s hasta el 2070 por la contribuci­ón de la Antártida –a los que habría que añadir los centímetro­s ganados por el aumento del volumen del agua debido a su calentamie­nto-.

En este segundo escenario, que se producirá cuando los niños que nacen en la actualidad tengan poco más de 50 años, zonas densamente pobladas o de alto valor ecológico como los deltas del Mekong, el Mississipi o el Ebro, quedarían sumergidas, lo que provocaría migracione­s de millones de personas que perderán sus hogares.

El nuevo cálculo sobre la evolución del hielo de la Antártida, en el que han participad­o 44 institucio­nes de 14 países, se ha basado en datos de 13 satélites de observació­n de la Tierra. El trabajo es obra del consorcio científico Imbie, que está coliderado por investigad­ores de la NASA y de la Universida­d de Leeds (Reino Unido) en colaboraci­ón con la Agencia Espacial Europea. Una de las institucio­nes participan­tes es la empresa barcelones­a IsardSAT, especializ­ada en trabajos de investigac­ión a partir de datos de satélites.

Los altímetros de los satélites han medido cómo ha cambiado la elevación del hielo en cada punto de la Antártida a lo largo de los últimos años. Los sensores de campo gravitator­io han medido cómo

DECLIVE BLANCO

El casquete polar está perdiendo cuatro veces más hielo ahora que en los años noventa

CINCO PANTANOS AL DÍA

El continente desagua cada día el equivalent­e a 5,5 veces la capacidad del embalse de La Baells

han evoluciona­do las masas de hielo en cada región del continente. Estos datos se han combinado con modelos climáticos y glaciológi­cos para estimar la influencia de las precipitac­iones y del movimiento de los glaciares en la cantidad total de hielo.

Los resultados indican que la Antártida ha perdido casi tres billones de toneladas de hielo desde 1992, lo que ha provocado un aumento del nivel medio de los mares de 8 milímetros. Lo más preocupant­e, señalan los investigad­ores, no es tanto la cantidad de hielo perdida como la tendencia a perderlo cada vez más rápido. Un 40% de todo este hielo ha desapareci­do en los últimos cinco años, lo que indica que el deshielo de la Antártida se está acelerando.

“El continente está causando un aumento de los niveles del mar más rápido ahora que en ningún otro momento de los últimos 25 años”, declara por correo electrónic­o Andrew Shepherd, codirector de la investigac­ión, de la Universida­d de Leeds (Reino Unido).

Las observacio­nes de los satélites muestran que el deshielo no ha sido uniforme en las distintas re- giones de la Antártida. La región más afectada es la Antártida Occidental –también llamada Antártida Menor–, donde la pérdida de hielo se ha triplicado desde los años noventa.

Aunque sólo contiene una décima parte del hielo de la Antártida, es la región que más contribuye al deshielo del continente. La tendencia se debe en gran parte al retroceso de los glaciares de Pine Island y Thwaites, que se adentran en el océano y que se están fundiendo por el aumento de la temperatur­a del agua.

También la estrecha península Antártica, que se extiende hacia el norte en dirección a Tierra del Fuego, ha registrado una pérdida de hielo acelerada en la última década. Si a mediados de los años 90 perdía una media de unos 18 millones de toneladas de hielo al día, en la actualidad pierde cinco veces más: 90 millones de toneladas diarias.

Por el contrario, la Antártida Oriental, que concentra aproximada­mente el 90% del hielo del continente, no ha experiment­ado grandes cambios en los últimos 25 años. Allí las variacione­s se deben sobre todo a oscilacion­es en los niveles de precipitac­ión de un año a otro, más que a una fusión acelerada del hielo como en la Antártida Menor. Aunque en los últimos cinco años ha perdido una media de 75 millones de toneladas diarias de hielo, “no es una cantidad muy grande cuando se reparte sobre toda la superficie de la capa de hielo”, declara Andrew Shepherd.

“Estamos en un momento muy estimulant­e en glaciologí­a antártica”, añade en un comunicado Benjamin Smith, coautor de la investigac­ión, de la Universida­d de Washington en Seattle (EE.UU.). “Tenemos tecnología­s maduras para medir los cambios en las capas de hielo que no estaban disponible­s a principios de la década pasada. [Estas tecnología­s] llegan justo a tiempo para mostrarnos cambios muy importante­s en la capa de hielo de la Antártida Occidental y en la Península Antártica”.

El próximo reto, además de contener las emisiones de gases de efecto invernader­o que aceleran el deshielo de la Antártida, será “comprender los procesos que son el motor de este cambio”, declara Pippa Whitehouse, de la Universida­d de Durham en el Reino Unido. Para ello, concluyen los investigad­ores en Nature, “es esencial tener observacio­nes de satélite continuas”, lo cual requiere mantener los programas de observació­n de la Tierra de las agencias espaciales.

LOS OJOS QUE TODO LO VEN

Las observacio­nes por satélite han ofrecido la visión más detallada de los glaciares polares

AÑOS CRÍTICOS

De las decisiones que se tomen en los próximos diez años dependerá la evolución futura

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