Un Salvini furioso exige a Macron que se disculpe en la crisis del ‘Aquarius’
El rifirrafe entre Italia y Francia amenaza con cancelar la visita de Conte a París
El buque Aquarius amenaza con desestabilizar el orden de alianzas europeo. Por lo menos, ya ha generado un amago de crisis diplomática entre Italia y Francia, dos naciones vecinas que bajo el anterior gobierno de Gentiloni mantenían relaciones excelentes. Unos comentarios del portavoz de La República en Marcha, Gabriel Attal, y otros del presidente, Emmanuel Macron, han generado un fuerte malestar en Italia. Attal dijo que su posición hacía “vomitar”, mientras que Macron les acusó de “cinismo”. Salvini, quien actúa como el verdadero mandatario, pidió ayer al presidente francés que se excusara públicamente por estas palabras.
“Hablo en nombre del Gobierno pero también en nombre de un pueblo que no tiene nada que aprender de nadie sobre generosidad, voluntariado, acogida y solidaridad”, declaró Salvini en su comparecencia en el Senado para dar explicaciones sobre el Aquarius. “Nuestras acciones no merecen ser descritas en estos términos por parte de representantes del Gobierno francés, que espero que se disculpe oficialmente muy pronto”, añadió.
Si no lo hace, el primer ministro, Giuseppe Conte, no irá mañana a París para reunirse con Macron en el que iba a ser su primer viaje bilateral desde que asumió el mando en el palacio Chigi, amenazan en Roma. Hoy pende de un hilo. “Hay razones más que fundadas para no ir”, dijo Salvini.
El ministro de Economía italiano, Giovanni Tria, ya canceló la reunión que tenía ayer programada con su homólogo francés, Bruno le Maire. Mientras, el ministro de Exteriores, Enzo Moavero Milanesi, convocó al embajador de Francia en el país, Christian Masset. Ante su ausencia, se reunió con la diplomática Claire Anne Raulin, a quien pidió que las autoridades “emprendan rápidamente las iniciativas idóneas para remediar la situación”.
Salvini no sólo pide disculpas públicas. Quiere pruebas de “generosidad” de Macron en la acogida, recordando que Francia ha enviado hacia Italia a 10.249 personas que habían cruzado la frontera este año. También cargó contra España, ironizando que “tiene amplio margen para ejercitar su solidaridad”, ya que sólo ha acogido, según dice, a cerca “de 16.000 demandantes de asilo”. Entre los barcos que han operado en el Mediterráneo en estos años ha habido naves españolas, alemanas u holandesas, pero ninguna francesa, algo que sorprende por la cercanía de Córcega.
El Elíseo intenta relajar la tensión, y el presidente francés pide “no dejarse llevar por la emoción”
El Elíseo, empeñado en intentar relajar la tensión, aseguró que no había recibido una petición formal de excusas por parte de Roma y que, en principio, la visita de Conte a París se mantiene. Macron pidió ayer “no dejarse llevar por la emoción que algunos manipulan”. “Quién sería yo si diera la razón al que provoca y busca la provocación, que viene a decir: ‘Soy más fuerte que los demócratas y echo un barco que veo que se acerca a mis costas’, dijo.
Para el presidente, el episodio ha sido embarazoso porque ha recibido críticas de la izquierda y también desde su propio partido por su lentitud y pasividad ante el drama del Aquarius. En un editorial, el rotativo Libération censuraba ayer el uso de la palabra “cinismo” por el presidente, al acusar a Italia, y recordaba su propia inacción, “su silencio e inercia”, y su rechazo a considerar la oferta del gobierno regional de Córcega a acoger a los inmigrantes. “Del jefe de Estado francés se esperaría, como mínimo, un poco de decencia”, afirmaba el diario.
Las críticas más duras y articuladas las formuló el eurodiputado verde Yannick Jadot, para quien la victoria de la extrema derecha en Italia fue alimentada por la insolidaridad europea, en particular la francesa, por el rechazo a compartir la carga de la inmigración y el cierre de la frontera. Todo ello, según Jadot, llevó a los italianos a votar en clave de desafío a Europa.