La Vanguardia

Alerta populista

- Pilar Rahola

Aquello del pequeño gran país es una realidad indiscutib­le en Uruguay, donde llego con menos frío que a Chile, pero con más viento. Otoño intenso en el Cono Sur. Después de Surinam, es el país más pequeño de Sudamérica y no llega a los 4 millones de ciudadanos. Pero su pequeñez, bordeado por gigantes como Brasil o Argentina, no le ha impedido ser un Estado con fuerte personalid­ad y una historia notable. Contemplad­o desde el piso alto de un hotel delante de la gran bahía de Montevideo, el Atlántico se abre acogedor, puerta de entrada de miles de europeos que llegaron a Uruguay buscando una nueva vida. Entre ellos, miles de judíos que huían del Viejo Continente.

Y también catalanes. Nada más llegar al fabuloso piso 40 del World Trade Center, donde daré una conferenci­a sobre S.O.S. cristianos a una nutrida representa­ción de la sociedad civil (empresario­s, políticos, periodista­s, incluso una princesa), una mujer se acerca y me dice que su nombre es Penedés; otra me habla del bisabuelo catalán, y alguien comenta que cuando visitó Girona, se emocionó. Catalunya es una realidad presente aquí y la mayoría han seguido con interés las noticias de

Recuerdo una frase para la ocasión: “El populismo ama tanto a los pobres, que los multiplica”

nuestro país. Me preguntan por la independen­cia y no percibo el rechazo, vinculado al sentimient­o de “madre patria”, que se percibe en Argentina. Son pequeños, saben lo que es abrirse camino con persistenc­ia, y la simpatía con los catalanes es evidente.

Pero más allá de las amables complicida­des a ambos lados del Atlántico, el tema recurrente en Uruguay es el del populismo, con permiso del tema estrella, que es el Mundial. El país está dividido entre los que defienden al Frente Amplio, porque lo consideran “la voz del pueblo”, y los que creen que es un frente populista que los llevará al desastre. Ahora mismo he leído el editorial de El País (el de allí), que se titula “El desafío opositor”, y defiende la idea de un gran frente de partidos opositores (lo que Sanguinett­i llama “la familia ideológica”) con el fin de vencer al Frente. Al mismo tiempo, las carreteras del país se han llenado de manifestac­iones de los autoconvoc­ados ,un movimiento que se denomina Un Solo Uruguay, agrupa productore­s agrícolas indignados con las medidas del Gobierno de Tabaré, y que podría ser la semilla de este movimiento más amplio.

En el trasfondo, una inquietud generaliza­da, sobre todo entre los sectores productivo­s y las clases medias, por la tendencia demagógica del Gobierno, que empieza en bolivarear de manera preocupant­e. Para poner un simple ejemplo, me hablan del paquete de medidas sobre seguridad a favor de los derechos de los delincuent­es, que, según aseguran, dificultar­á el trabajo policial. “O lo detenemos, o seremos Venezuela”, me dice un empresario visiblemen­te preocupado. Pienso en ello y recuerdo una frase que oí hace tiempo en Argentina: “El populismo ama tanto a los pobres, que los multiplica”. ¡Ay!

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