La Vanguardia

Que todo parezca creíble

- Lluís Foix

Ya sé que la palabra dada no se lleva en estos tiempos de pillerías globalizad­as. No sabemos qué se dijeron Trump y Kim en el despacho de Singapur, tan coloreado y tan televisivo. Supuestame­nte se habló más de desnuclear­ización que de los derechos humanos. Los dos se trataron con la campechaní­a de viejos camaradas. Pero al día siguiente Kim aseguraba que Trump le prometió retirar las sanciones que de momento seguirán vigentes. Japón y China han quedado al margen.

La posverdad no desprecia la verdad, simplement­e, no la prioriza porque pone por delante algo superior que suele responder a intereses personales o colectivos. Lo importante es mostrar la victoria aunque sea ocultando los hechos más relevantes que la propiciaro­n, es decir, mintiendo. Los hechos alternativ­os suelen considerar­se como verdades incuestion­ables o como maneras aceptadas de construir discursos falsos.

La destitució­n del entrenador Julen Lopetegui a dos días de inaugurars­e el Mundial de Rusia tras anunciarse que había fichado para dirigir al Real Madrid interrumpi­ó programas de radio y televisión internacio­nales. Cada uno es libre de tomar las decisiones que quiera. Pero la responsabi­lidad ha estado ausente tanto en Lopetegui como en el extraño patriotism­o de Florentino Pérez que reune en su palco a la flor y nata del nacionalis­mo hispánico. Lopetegui fue confirmado por dos años por el nuevo presidente Luis Rubiales. Florentino tenía sede vacante en el banquillo por la huida de Zidane por motivos todavía desconocid­os. ¿No podía esperar quince días hasta anunciar el fichaje? El malo será Rubiales y el bueno Florentino. Siempre el héroe es el que gana, no importa cómo. Ay de los vencidos, decían los romanos.

Estamos en periodo de catarsis o de purificaci­ón de los ánimos en muchos

La palabra dada ha perdido fuerza frente a la propaganda y las mentiras que cabalgan sin vergüenza

ámbitos de la convivenci­a cívica, social y política. No sólo aquí sino también en el universo de los países democrátic­os.

La primera piedra en el zapato del gobierno de Pedro Sánchez se la ha colocado el flamante ministro de Cultura y Deportes, Màxim Huerta, quien intentó colar a Hacienda más de tresciento­s mil euros de gastos injustific­ados, incluyendo su casa en la playa. Pagó la multa y si fuera un ciudadano de a pie no pasaría nada. Pero formar parte del nuevo Gobierno que ganó la moción de censura por causa de la corrupción de Gürtel es un riesgo que Pedro Sánchez ha considerad­o innecesari­o. Dimitió siete días después de haber tomado posesión de su cargo.

El gesto humanitari­o de los inmigrante­s es muy valioso y puede sacudir la conciencia europea respecto al gran drama de los que huyen del hambre. Debe evitarse por todos los medios que nadie quede sepultado por las aguas. Pero que los gobiernos no hagan propaganda sobre tantos miles de desdichado­s. Que formulen políticas y que se cumplan sin miedo a los populismos que condiciona­n a los gobiernos en prácticame­nte toda Europa. Hay muchos políticos pero hay muchos menos estadistas.

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