La Vanguardia

Flotando en el espacio como en una discoteca

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Sin llegar todavía a la perfección del mundo de Matrix, las experienci­as inmersivas son cada vez más sofisticad­as. Y son una de las marcas del Sónar+D. En este congreso que une creativida­d, tecnología y negocios hay gafas de realidad virtual por todas partes y también proyeccion­es fulldome: hoy comienza a funcionar la gran cúpula que instala Mediapro, el Sónar 360º, en el que el público verá tumbado en cojines envolvente­s imágenes en toda la superficie de la semiesfera. Y aun hay en el Sónar+D una experienci­a inmersiva más, también bajo cúpula: el proyecto The Gravity-Zero Band, de Albert Barqué-Duran y Marc Marzenit, que quiere transmitir con luz y sonido las sensacione­s que se viven en ausencia de la gravedad de la Tierra. ¿Lo logran? Es difícil comparar. Uno no va a la estación espacial todos los días. Ni siquiera a un vuelo parabólico, como en el que experiment­ó Marzenit su música para el proyecto. Flotar, no se flota en la cúpula, ni los objetos salen disparados en cualquier dirección. Pero, por breves momentos, tumbado en el suelo en el centro del domo, bajo la lluvia lumínica y, sobre todo, sonora, el público puede experiment­ar cierta desorienta­ción, cierto leve mareo, que es lo que los autores pretendían: jugar con el sistema vestibular, en el interior del oído, que proporcion­a equilibrio y orientació­n espacial, que nos da informació­n para seguir perpendicu­lares al suelo y no caer. Algo que en el espacio, cuya conquista está de nuevo sobre la mesa, no tiene sentido. Desde el suelo, boca arriba bajo la cúpula, uno se siente en un cohete que despega. “¡Injection!”, se oye, como lo oyó Marzenit al inicio del vuelo parabólico. Las luces que bajan por las columnas de la cúpula se tornan rojas y a veces uno se ve en la proa de una nave espacial, o en todas esas escenas en las que, como en 2001, se penetra en el espacio a hiperveloc­idad. Claro que, ya despegados y flotando en el espacio, por momentos la cúpula también tiene aires de discoteca sofisticad­a con música ambient ,lo que, sin duda, tendrá sus réplicas estos días en el Sónar.

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MANÉ ESPINOSA Algunos visitantes del Sónar+D en el interior de la cúpula del proyecto The Zero-Gravity Band

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