La Vanguardia

¡Y luego dirán que viva España!

- Joaquín Luna

Ganar trece Copas de Europa tiene un gran mérito pero eso no autoriza al Real Madrid de Florentino Pérez a relegar a la selección española de fútbol a equipo menor y prescindib­le, al que se puede desestabil­izar horas antes de su debut en el Mundial, ya de por sí complicado.

Si al Real Madrid no le gusta el nuevo presidente de la RFEF, Luis Rubiales, y pretendía dejar clara la jerarquía –un tic muy conservado­r– había opciones para dar la lección y la patada: cambiarle el nombre en público –“el amigo Pepe Rubianes”, por ejemplo–, llamarle calvo o negarle los canapés en el palco del Bernabeu.

Por desgracia, el club blanco ha optado por la mayor putada posible: convertir la ilusión colectiva de una afición variopinta en una pelea a garrotazos, todos contra todos, que ha fracturado al país –hablando de fútbol– y deja en mal lugar el patriotism­o deportivo del Real Madrid, al que la selección parece importarle mucho menos que cubrir la plaza de entrenador para la próxima temporada. ¿Temían acaso que la Juventus, el Bayern, el Liverpool, el Chelsea o el Barça corriesen a fichar a Lopetegui en pleno Mundial? Nadie duda de que es un buen técnico, pero... Para este viaje no hacía falta alforjas.

Fichar al selecciona­dor de tú país en vísperas de un Mundial no es una decisión ingenua ni un fallo. A menos que uno ignore la naturaleza española, el carácter cainita de los clubs y sus aficiones y la beligeranc­ia de los medios informativ­os –que ya es mucho ignorar–, negociar y fichar al selecciona­dor a espaldas de

Los hechos son los hechos, y el Real Madrid de Florentino ya sabía que fichar a Lopetegui era joder a España

la Federación era una bomba nuclear. Desconcent­ra a los jugadores –un mal partido en el Mundial y a la calle–, divide a los aficionado­s y no deja la imagen de España a la manera de Rafael Nadal. Y lo curioso es que el Real hace gala de españolida­d. ¡Menos mal!

El presidente blanco tiene excelentes conexiones con medios de comunicaci­ón y no faltarán editoriale­s, tuits, tertuliano­s que traten ahora de emplear la estrategia del calamar cuando suelta la tinta. A saber si el culpable será Piqué, un jugador que siempre se ha entregado con la selección y al que algunos parecen encantados con los pitos que le dedica su propia afición...

Los hechos son los hechos. Hasta hace dos días, España afrontaba el Mundial con moderado optimismo y hoy por hoy recuerda el ambiente derrotista de Francia’98, cuando algunos prefiriero­n la debacle en la primera fase con tal de echar a Javier Clemente.

Que España y yo somos así, señora, ya lo escribió el catalán Marquina. Lo que no sabíamos es que la españolida­d del Real Madrid fuese tan aleatoria y caprichosa. Si el FC Barcelona o el Atlético de Madrid hubiesen fichado a Lopetegui a escondidas...

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