El ‘soccer’ une Norteamérica
EE.UU., Canadá y México albergarán el Mundial del 2026, pese al trumpismo
Que lo que el soccer une, no lo separe la ideología ultranacionalista del trumpismo, con su racismo y xenofobia.
Cómo olvidar la tozudez del actual presidente de Estados Unidos por construir un muro e impedir la entrada de los mexicanos, a los que calificó de violadores y criminales. Y aún perdura el eco de los insultos que le dedicaron él y sus asesores este pasado fin de semana al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a cuenta de los pactos comerciales. Uno incluso lo mandó al infierno.
Pero esa religión que adora a un esférico decorado y cuya comunión consiste en meter la pelota en el cielo de una portería, ha obrado un milagro. Sin menospreciar el negocio y el nivel de las infraestructuras –un buen misal siempre ayuda–, la FIFA concedió ayer a los tres países de Norteamérica la organización del Mundial de Fútbol 2026. Será el primero de Canadá, el segundo de EE.UU. (1994) y el tercero, un récord, de México (1970 y 86).
La victoria se saldó por amplio margen de votos sobre Marruecos, que perdió su quinto intento en su puja por el tesoro del deporte más popular en el planeta. Blancos, negros, amarillos o marrones, todas las razas, en cualquier punto del atlas, saben de los milagros del dios Lionel Messi, del apóstol Cristiano Ronaldo o del mesías Neymar.
Por primera vez habrá 48 equipos (por 32). En 34 días, se disputarán en EE.UU 60 partidos mientras que los otros dos países albergarán diez cada uno. Las sedes estarán en una decena de ciudades estadounidenses y tres y tres del par de socios en la apuesta.
Gracias a la influencia de sus consejeros más cercanos, como su yerno, Jared Kushner, el presidente Trump, el mismo que despreció como “agujeros de mierda” a unos cuantos países africanos, que estableció normas para prohibir la entrada a musulmanes o que ha incrementado la persecución a los hispanos del interior, ese mismo Trump se implicó en la estrategia denominada United bid, candidatura unida.
Trump proveyó con tres cartas a los dirigentes del soccer estadounidense para hacérselas llegar a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, y otros mandos. El inquilino de la Casa Blanca (no lo será en el 2026) se comprometió a facilitar los visados de entrada y no poner obstáculo alguno.
El presidente de la federación de EE.UU., Carlos Cordeiro, que junto a sus colegas Steve Reed (Canadá) y Decio de María (México), han recorrido el globo buscando apoyos, esgrimía en todo momento ese triple aval de garantías rubricado por Donald Trump.
El contexto es diferente a lo que sucedió hace ocho años, cuando EE.UU., que salía de favorito, se volvió de vació. Qatar se hizo con el Mundial del 2022 y surgió la sombra de la corrupción. La justicia estadounidense se ha empleado a fondo. Prominentes figuras como Sepp Blatter, antiguo jefe de la FIFA, han sido imputadas y se ha cambiado el método de elección. Antes decidían 22 directivos en secreto y ayer se expresaron los 200 miembros de la organización. Cordeiro prometió unos ingresos de 14.000 millones de dólares y 11.000 de beneficios para la FIFA y sus integrantes.
Los mandatarios de los tres países se felicitaron. Trump se congratuló en su tuit por “un enorme esfuerzo”.
Para los aficionados de Estados Unidos supone un alivio al fiasco de no estar en el Mundial del 2018. No faltaba a la cita desde 1986. “El soccer es el ganador, estamos unidos en el fútbol”, proclamó Cordeiro.
El muro y los tratos comerciales son cosa de Trump.