Suecia cambia ego por bloque para sobrevivir con dignidad
Desde que aquel 21 de junio del 2016 Zlatan Ibrahimovic anunció que dejaba la selección al concluir su participación en la Eurocopa de Francia, Suecia ha tratado de reinventarse. De encontrar su perfil propio, de emerger de la larga sombra del carismático y egocéntrico gigantón. En Solna encargaron la reconstrucción a Jan Olof Janne Andersson (55), un técnico de perfil bajo y aspecto de profesor universitario, sin gran palmarés –campeón de la Liga sueca con el Norrköping–, que nunca había trabajado fuera de su país. Y el hombre, con modestia y discreción, ya ha logrado su primer gran éxito: devolver a Suecia a un Mundial 12 años después, tras dos ediciones de ausencia, cargándose a Holanda en la fase de clasificación y a Italia en aquella dramática repesca del Giuseppe Meazza (0-0).
Mientras Buffon lloraba al mundo la tragedia italiana, Herr Andersson hacía gala de su caballerosidad y recogía la basura que sus chicos habían dejado en el vestuario visitante. La segunda lección de señorío la daba en la sala de prensa cuando le deslizaron que Zlatan, en sus últimos estertores profesionales en Manchester, se había ofrecido para volver a los Blågult (azules y amarillos). “Es increíble; lleva un año y medio sin jugar para nosotros. Hay que hablar de los buenos jugadores que están”, desechó Andersson el ofrecimiento con elegancia. “Cuando Ibra estaba con nosotros jugábamos un estilo de fútbol diferente. Es un gran jugador, pero nos hemos adaptado a jugar sin él. Ahora tenemos muchos héroes”, zanjaba el entrenador.
Héroes como Jakob Johansson, el centrocampista del AEK de Atenas que marcó el gol que clasificó a Suecia, que se perderá el Mundial. Johansson no se recuperó a tiempo de la grave lesión en la rodilla que sufrió en el partido de vuelta de la repesca.
Sí estarán en Rusia el resto de jugadores que han formado el bloque sólido que en estos dos últimos años ha ido construyendo Andersson. Una selección sin estridencias, sobria, que destaca por su fuerza colectiva, por su orden táctico edificado sobre un solvente 4-4-2, que combina fuerza física, orden y buen toque técnico, pero carente de grandes nombres y chispas de ingenio o talento llamativos.
“Tenemos un buen colectivo, un buen equipo, y estamos haciendo un gran trabajo juntos. Poseemos una gran inteligencia táctica y tiene que seguir siendo así contra cualquier rival. Juntos somos más fuertes”, describe Andersson a su selección, un grupo bien armado y solidario, capaz de ganar a Francia o a Italia, pero también de sufrir con Estonia o Rumanía en los últimos amistosos.
No ganará el Mundial, pero Suecia puede dejar helado a más de uno por el camino hacia octavos; un objetivo que no sería descabellado en un grupo con Alemania, México y Corea del Sur.
Cuidado con el peligro nórdico, que ya ha dejado por el camino a Holanda y a Italia “Tenemos un buen colectivo y una gran inteligencia táctica”, dice Andersson de su equipo