Los hijos de la Nigeria de EE.UU.’94, sin complejos
Yekini, Amokachi y Amunike fueron los goleadores en el 3-0 que le endosó Nigeria a Bulgaria a modo de carta de presentación en los Mundiales de fútbol. Fue el 21 de junio de 1994, en Estados Unidos y ante la Bulgaria de Stoichkov que a la postre alcanzaría las semifinales de aquella cita. La eclosión de las súper águilas verdes hizo que algunos vaticinasen que más temprano que tarde una selección africana ganaría un Mundial; y aunque 24 años después ni se ha cumplido este vaticinio ni tiene visos de suceder en Rusia, la versión 2.0 de la Nigeria del 94 aspira a, como mínimo, superar la fase de grupos. Dirigidos por el alemán Gernot Rohr, experimentado técnico de la escuela franco-africana, los 23 que defenderán la verde esta vez o no habían nacido o a duras penas recuerdan el citado capítulo en el que Nigeria se presentó al planeta fútbol. Pero eso no les exime de ser conscientes de la responsabilidad de tener todo un país detrás deseando que lleguen a las eliminatorias. No lo tiene nada fácil atendiendo a que en el grupo D la Argentina de Leo Messi es la clara favorita al liderato, Croacia está obligada a clasificarse e Islandia se crece ante la adversidad tal y como demostró en la Eurocopa del 2016. Nigeria cumple a la perfección con el prototipo de selección centroafricana, destacando como puntos fuertes la potencia, la fuerza y la velocidad. Grandes exponentes de estas cualidades son tanto el pivote del Leicester Ndidi, el atacante también de los foxes Ihenacho o la bala pegada a la cal de la banda derecha del Chelsea Victor Moses, señalado como la gran estrella de este equipo. También está el experimentado John Obi Mikel, pero lejos ya de su versión en la que años atrás por momentos se le confundía con Michael Essien en Stamford Bridge.
Por el contrario, si lo comentado está en el haber, en el debe aparecen ciertas carencias tácticas y una más que preocupante fragilidad defensiva que, en grandes citas como un Mundial acostumbra a pasar factura. Será difícil que las súper águilas verdes 2.0 rindan al nivel de sus padres, que deslumbraron en el 94, pero por intentarlo no quedará.