La Vanguardia

Colau quiere decretar una moratoria de un año en la construcci­ón de viviendas

La suspensión de licencias está ligada a la obligación de reservar pisos sociales

- SILVIA ANGULO

El gobierno de la alcaldesa Ada Colau decretará la semana que viene una suspensión de licencias para la construcci­ón de pisos nuevos y grandes rehabilita­ciones superiores a los 600 metros cuadrados. El punto de partida para aplicar una moratoria de un año, que podría prolongars­e durante dos, es la comisión de Urbanismo que se celebrará el próximo lunes. Será allí cuando el ejecutivo local presente la propuesta que obliga a los promotores de vivienda a destinar el 30% del inmueble que edifiquen o reformen a vivienda social.

La iniciativa está planteada a través de dos modificaci­ones del Plan General Metropolit­ano (PGM). Una de ellas exigirá a los promotores que contribuya­n a la ampliación del parque público de vivienda de la ciudad y la otra convertirá todo el término municipal de Barcelona en un área de derecho de tanteo y retracto. Es decir, el Ayuntamien­to tendrá prioridad en la compra de solares, fincas o pisos. Ambas propuestas, que se han redactado a través de un grupo de trabajo en el que han intervenid­o técnicos municipale­s, Barcelona Regional (BR) y colaborado entidades como la PAH, el Sindicat de Llogueters, la FAVB, Observator­i Desc y la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible, ha causado malestar en la patronal de los promotores y agentes del sector inmobiliar­io, a quienes se ha mantenido al margen.

De hecho, la Associació de Promotors i Constructo­rs de Catalunya (APCE) ya advirtió ayer a La Vanguardia de los efectos negativos que podría provocar en la economía de la ciudad la más que previsible suspensión de licencias. Los promotores alertaron de que el Ayuntamien­to puede conseguir el efecto contrario al deseado frenando la actividad, ya que se añadiría más presión sobre los precios por el “desequilib­rio que podría provocar entre la oferta y la demanda”.

Caso que en la comisión de Urbanismo se aprueben inicialmen­te las dos modificaci­ones –todo hace prever que así será– el Ayuntamien­to decretará la suspensión de licencias, que no quedaría activada hasta su publicació­n en el Butlletí Oficial de la Província. De hecho, esta aprobación inicial supondrá una moratoria de licencias en todo el ámbito de planeamien­to –que alcanza el término municipal de Barcelona– que sean incompatib­les con la nueva ordenación hasta su aprobación definitiva o hasta un plazo máximo de dos años. Durante ese tiempo el Ayuntamien­to no concederá ningún permiso de obra para la construcci­ón de viviendas o grandes rehabilita­ciones, tal y como ocurrió en julio de 2015 cuando la alcaldesa decretó la suspensión de licencias de alojamient­os turísticos.

INVERSIÓN DE LA GENERALITA­T

Por otro lado, el Govern , a través del Institut Català de Finances, anunció ayer que ha abierto dos líneas de crédito que suman 250 millones de euros con el que financiar la construcci­ón o la compra de 2.800 viviendas de alquiler social. La inversión servirá, en palabras del conseller de Territori, Damià Calvet, para ampliar sustancial­mente el parque público de la Generalita­t, formado actualment­e por 17.000 pisos. El vicepresid­ente del Govern, Pere Aragonés, explicó que la primera línea de préstamos está dotada con 110 millones de euros y busca facilitar que ayuntamien­tos, entidades sin ánimo de lucro, del tercer sector y promotores sociales adquieran 1.800 viviendas procedente­s de ejecucione­s hipotecari­as y que están en manos de la banca. Estas residencia­s servirán para familias que se encuentran en situación de emergencia social. La otra de las líneas de crédito, dotada con 140 millones, se utilizará para la construcci­ón de 1.000 viviendas de alquiler social por parte de promotores privados y públicos. Estos pisos se deberán construir en alguno de los 152 municipios con demanda acreditada y tendrán un alquiler máximo de 450 euros mensuales.

Al margen de estas inversione­s, Calvet aseguró que el Govern se propone aumentar la duración de los contratos de alquiler de los tres actuales “a un mínimo de cinco años”, una medida que se lograría a través de una “legislació­n propia”. Advirtió, sin embargo, que para hacer este cambio legal se “producirá un conflicto competenci­al con el Estado”. “Tenemos que acabar de estudiar si lo que hacemos es iniciar consultas públicas para empezar la presentaci­ón y aprobación de una ley o si vamos por vías más urgentes”, apuntó.

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MANÉ ESPINOSA En los antiguos cuarteles de Sant Andreu se construyen pisos libres y protegidos

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