Nadie se puede casar durante el Mundial
CIRCULA un divertido vídeo por internet en el que una pareja argentina discute a bordo de un coche porque el primo de ella les pide que confirmen su asistencia al casamiento. Cuando se entera de que el día elegido es el 23 de junio, a mediodía, él se niega en redondo a ir a la boda: “Hay Mundial ese día”. La joven pregunta ingenuamente si juega Argentina. “No. Pero yo no voy. ¿No sabía tu primo que es la segunda fecha del grupo F y quiero ver el Corea-México y el Alemania-Suecia? No me saques de mi casa en el Mundial. ¡Es un mes cada cuatro años y nadie se puedes casar este mes!”. El Mundial de Rusia empezó con un partido sin historia, que ganó Rusia a Arabia Saudí, pero que vieron cientos de millones de personas en el planeta. Como ha escrito Santiago Segurola en el suplemento La fiesta del fútbol, que se repartió ayer junto con el diario, “el régimen de Putin ha encontrado en el deporte una excelente oportunidad para enviar un doble mensaje de poder, uno de consumo doméstico en un país que atraviesa una fase de fervor ultranacionalista y otro de vigor internacional”. Pero eso no sólo va de poder, sino también de negocio, y los acontecimientos deportivos que Rusia ha acogido en los últimos cinco años (Juegos de Sochi, Mundiales de atletismo y natación, y ahora la gran fiesta del fútbol) han permitido a la nueva casta de oligarcas asociada a Putin participar del pingüe negocio de la construcción de infraestructuras.
Rusia hizo una excelente ceremonia de apertura, con Robbie Williams como invitado. A la misma hora, Julen Lopetegui era presentado como nuevo entrenador del Real Madrid por Florentino Pérez en el palco del Bernabeu, tras regresar de Krasnodar. Como manda el tópico, dijo que era el día más feliz de su vida. Lopetegui seguro que no habia visto el vídeo de la pareja argentina en YouTube, si no hubiera tenido claro que en junio uno no se casa ni ficha por el Madrid. “¡El Mundial es un mes cada cuatro años!”.