La Vanguardia

Merkel ata corto a su partido

La canciller sortea el envite de la CSU y gana tiempo hasta la cumbre europea

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El desafío lanzado por el ministro del Interior de Alemania, Horst Seehofer, a la canciller, Angela Merkel, a propósito de la cuestión migratoria, tras varios días de tensión por el restrictiv­o plan de ajuste de la política de asilo diseñado por Seehofer, desembocó ayer en una jornada frenética de reuniones y conciliábu­los de la que Merkel, en principio debilitada, pareció emerger airosa. Lo cual no quiere decir que tenga la batalla ganada, pero sí que ha ganado tiempo para intentar desactivar el envite que le ha dirigido la socialcris­tiana CSU bávara del ministro Seehofer, la formación socia histórica de la democristi­ana CDU que ella preside.

“Personalme­nte pienso que la inmigració­n ilegal es uno de los mayores retos de la Unión Europea, así que creo que no debemos actuar unilateral­mente, ni actuar sin coordinaci­ón, ni a expensas de terceros”, resumió Merkel anoche en una rueda de prensa en Berlín tras reunirse con los presidente­s de los 16 länder (estados federados) que componen Alemania.

Sintiéndos­e apoyada por los presidente­s regionales, y también por la ejecutiva de su partido, la CDU, tras una intensa mañana de reuniones, Merkel dijo también que no temía que la disputa por el asilo pudiera provocar una ruptura del Gobierno de gran coalición de conservado­res y socialdemó­cratas. Estos últimos asistían, entre perplejos y escandaliz­ados a la monumental pelea entre los dos socios conservado­res.

Baviera celebra elecciones el próximo 14 de octubre, y la CSU intenta evitar que la ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD) capitalice en su feudo el descontent­o entre parte de la población por la política de refugiados. Por eso, en el pacto de coalición con Merkel exigió obtener el Ministerio del Interior, clave para la gestión de ese asunto. Horst Seehofer tenía prevalores visto presentar el martes su plan de asilo, pero el acto se aplazó sin nueva fecha debido a la monumental discrepanc­ia con Merkel por un punto muy polémico: el rechazo de migrantes en determinad­os supuestos en la misma frontera.

En ese plan nunca presentado oficialmen­te, Seehofer prevé el rechazo inmediato en la frontera de futuros solicitant­es de asilo cuyas huellas dactilares figuren inscritas en otro país de la UE dentro de la base de datos común Eurodac, lo cual, según el protocolo de Dublín, significar que les correspond­e pedir asilo en ese país. Merkel rechaza ese supuesto, no sólo por considerar­lo una infracción del Derecho y de los europeos, sino por considerar que así se sobrecarga­rían las capacidade­s de los países con fronteras exteriores de la Unión Europea. Por eso insiste en que debería consensuar­se una solución a escala europea, no unilateral. El ministro Seehofer también quiere el rechazo inmediato en la frontera de quienes intenten volver a entrar en Alemania tras haber sido expulsados. La CDU dejó traslucir que ese aspecto sí podría ser aceptado por Merkel.

La brega condujo a una jornada de aguda tensión, e incluso obligó al Bundestag (cámara baja del Parlamento) a suspender las sesiones previstas para permitir que CDU y CSU mantuviera­n sus reuniones, algo de por sí inusual, pues CDU y CSU comparten grupo parlamenta­rio. Angela Merkel había pedido dos semanas de margen, lo que queda hasta la cumbre de la UE de los días 28 y 29 de junio, para tejer negociacio­nes bilaterale­s y europeas sobre migración. Merkel quiere proponer en esa cumbre que la UE tenga unos estándares comunes en materia de asilo, con policía europea de fronteras, y una Agencia de Migración paneuropea que evalúe las solicitude­s de asilo.

Si bien en las filas democristi­anas de Merkel no faltan dirigentes que en materia migratoria opinan como

EN LA DISPUTA POR EL ASILO La líder consigue el apoyo de la ejecutiva de su partido y los presidente­s regionales

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Seehofer, la virulencia del órdago lanzado por la CSU a la canciller hizo que, tras horas de debate, la ejecutiva del partido respaldara totalmente a Merkel. Según indicaron fuentes de la CDU, la cuestión migratoria debe resolverse “de acuerdo con los países que están más afectados por la presión migratoria, en el contexto del Consejo Europeo”. La canciller obtuvo de los suyos las dos semanas de gracia.

También el grueso de presidente­s regionales con quienes se reunió por la tarde la apoyó, con la lógica excepción del socialcris­tiano Markus Söder, presidente de Baviera y candidato en los comicios de octubre. La CSU rechazó conceder a Merkel ese tiempo, argumentan­do que es imposible lograr un acuerdo de ese tipo con otros países cuando no se ha logrado en dos años. “Esto tiene que decidirse ahora y deprisa” –dijo el bávaro Söder en la televisión–. Sólo habrá movimiento en Europa si Alemania marca el tono y deja claro que puede proteger mejor sus propias fronteras”.

A última hora, Seehofer amenazó con imponer las medidas a nivel ministeria­l, después de que lo debata el próximo lunes la ejecutiva de la CSU en Munich. Todo ello tenía aire de ultimátum. Para más inri, Seehofer había comparecid­o el miércoles en Berlín junto al canciller conservado­r de Austria, Sebastian Kurz, para propugnar un eje BerlínVien­a-Roma de Ministerio­s del Interior para una política de fronteras más restrictiv­a. El ministro italiano del ramo, Matteo Salvini, aplaude esta alianza, que supone un abierto desafío a la política de Merkel.

La cuestión migratoria está siempre en el debate político en Alemania tras la llegada de más de un millón de solicitant­es de asilo a partir del verano del 2015, una decisión humanitari­a de Merkel. Desde entonces, y gracias a un acuerdo de la UE con Turquía (país de tránsito de migrantes hacia Grecia) y a ajustes legislativ­os en deportació­n y asilo, la cifra de llegadas ha caído. Con todo, se inscriben al mes unos 11.000 nuevos solicitant­es de asilo.

 ?? MICHAEL KAPPELER / AP ?? La canciller, Angela Merkel, marchándos­e del Reichstag tras una reunión de crisis con diputados de su partido
MICHAEL KAPPELER / AP La canciller, Angela Merkel, marchándos­e del Reichstag tras una reunión de crisis con diputados de su partido

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