La Vanguardia

Luz verde a la reforma ferroviari­a francesa pese a tres meses de huelga

El sí del Parlamento es un triunfo de Macron y muestra la impotencia sindical

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La controvert­ida reforma ferroviari­a francesa, que ha provocado una huelga intermiten­te desde principios de abril, fue aprobada ayer definitiva­mente por el Parlamento. La luz verde supone una victoria para el presidente Emmanuel Macron y puede acelerar su agenda de transforma­ción del país. Para los sindicatos, en cambio, el desenlace pone en evidencia su impotencia y amenaza con exacerbar sus crecientes tensiones internas.

Tras un largo trámite en las dos cámaras y algunas enmiendas, el Senado dio el último paso, con 245 síes y 82 votos en contra. “La ley se ha aprobado y la huelga ya no sirve para nada –afirmó el relator de la ley, Gérard Cornu, del partido conservado­r Los Republican­os (LR)–. Continuar la huelga es debilitarl­a. Es banalizarl­a”. La ministra de Transporte­s, Elisabeth Borne, dejó claro que ya nada va a impedir que la reforma se aplique.

Los sindicatos pretenden, pese a todo, mantener los paros previstos hasta el 28 de junio y organizar para ese día una gran movilizaci­ón final. El sindicato más combativo, la CGT, no descarta prolongar los paros durante julio. Se trata de una cuestión casi de amor propio, dadas las disensione­s que existen entre las diversas organizaci­ones. Hubo dos sindicatos que propusiero­n realizar una tregua entre el 18 y el 22 de junio, el periodo de exámenes de bachillera­to, para facilitar las cosas a los alumnos, pero finalmente, se desestimó la idea para mantener una precaria unidad sindical, al menos de fachada.

La reforma de la empresa nacional de ferrocarri­les, SNCF –equivalent­e a Renfe en España– es algo que se llevaba años intentando, sin éxito. Ahora se había vuelto más urgente por las exigencias europeas de abrir el sector a la competenci­a. Además, se considerab­a inviable seguir manteniend­o el nivel de deuda. El punto clave ha sido el estatuto laboral específico que los ferroviari­os, los cheminots, han venido manteniend­o desde hace casi un siglo. La reforma estipula su abolición para los nuevos empleados. El estatuto preveía condicione­s particular­es de jubilación, de promoción dentro de la empresa y otras ventajas que ahora serían vistas como agravio comparativ­o por otras empresas que se incorporen al sector. Los sindicatos, por el contrario, han insistido en

Los paros tienen cada vez menos seguimient­o y no ha habido una agregación de luchas como en Mayo del 68

que los problemas de la SNCF no se debían al estatuto laboral específico sino a la mala gestión política de la empresa pública, durante decenios, y que es injusto que sean ahora los empleados quienes paguen las consecuenc­ias.

Al inicio de la huelga hubo el temor de que se produjera una “convergenc­ia de luchas” con otros sectores y que Francia pudiera quedar paralizada, como ocurrió en el Mayo del 68. En algún momento se pensó que eso sería posible, pero la protesta generaliza­da no se materializ­ó porque el país ha cambiado mucho y no existe la misma capacidad de movilizaci­ón. Al contrario, dada la precarizac­ión laboral, muchos consideran injustific­ado que los cheminots se obstinen en defender a capa y espada su estatuto con una huelga tan prolongada.

Los paros, de hecho, cada vez tienen menos seguimient­o. El pasado miércoles hizo huelga un 12,78% de la plantilla de la SNCF, si bien la incidencia real en la circulació­n de trenes fue superior a ese porcentaje. Aunque el 95% de los empleados se mostraron en desacuerdo con la reforma, son muchos menos los que están dispuestos a continuar una huelga que ven estéril y que les supone un sacrificio económico.

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REGIS DUVIGNAU / REUTERS Dos convoyes de la compañía ferroviari­a francesa SCNF adscritos a la línea regional (Ter) del Pays de la Loire

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