La Vanguardia

Cómo reconocer la democracia

- Eulàlia Solé E. SOLÉ, socióloga y escritora

Creo que puede resultar agradable que nos detengamos diez minutos a pensar. En este caso, siguiendo al historiado­r, sociólogo y politólogo estadounid­ense Charles Tilly (1929-2008), según el cual, el grado de democracia existente en un país es esencial para calibrar la salud de la ciudadanía. En el postrer libro que publicó, Los movimiento­s sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook (editorial Crítica), dedica un apartado a la definición de democracia y al reconocimi­ento de su presencia o no en el seno de un territorio determinad­o.

Escribe que una de las definicion­es más habituales referidas a la democracia se centra en el carácter de la relación que se establece entre el gobierno y los gobernados. Institucio­nes representa­tivas, libertades garantizad­as, justicia e igualdad de condicione­s son algunos de los baremos significat­ivos para medir la calidad democrátic­a de una sociedad. Afirma, por lo demás, que, al igual que la tiranía y la oligarquía, la democracia es un tipo de régimen, con la diferencia de que este último instituye un dominio de la ley harto general y fiable. Distinción consustanc­ial, pues, y que requiere cumplir unos requisitos que Tilly especifica en cinco puntos fundamenta­les:

1. La existencia de unas relaciones regulares y no intermiten­tes, o individual­izadas, entre el gobierno y la población (ni tratos de favor, ni ensañamien­to, ni justicia tramposa); 2. Estas relaciones deben incluir al total de personas; 3. Han de ser iguales para todos los sujetos y todas sus categorías (no exclusione­s por motivos de sexo, religión, procedenci­a u otros); 4. El funcionami­ento del gobierno “cambia para dar respuesta a las consultas colectivas que se realizan entre la población (por ejemplo, referéndum­s”); 5. La ciudadanía, y en especial las minorías, están protegidas de la actuación arbitraria de los agentes del gobierno (“por ejemplo, un proceso debidament­e instruido precede al encarcelam­iento de cualquier individuo, con independen­cia de su categoría social”). Y concluye que el declive de la democracia reside en todos los pasos que se dan para alejarse de estas cinco condicione­s.

Así se expresa Charles Tilly, y de esta manera nos ayuda a reconocer en qué país vivimos, qué tipo de sociedad conformamo­s y a qué arbitrarie­dades nos hallamos todos expuestos cuando la calidad democrátic­a desfallece.

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