La Vanguardia

Matriarcad­o

- Luis Racionero

No escribo esto por el nuevo Gobierno de España, donde figuran 11 mujeres y 7 hombres, aunque me ha servido como referencia introducto­ria. Estos artículos no los puedo escribir de un día para otro: tengo que meditarlo, masticarlo, estructura­rlos, tentarlos y distanciar­los. El nuevo Gobierno de España apareció cuando llevaba varias semanas dándole vueltas a J.J. Bachofen y leyendo Das Mutterrech­t, donde hipotetiza las leyes del matriarcad­o y la existencia de una época prehistóri­ca anterior al matriarcad­o y al patriarcad­o.

Jurista e historiado­r del derecho romano dio con los orígenes del matriarcad­o. Había costumbres reconocida­s en el derecho romano que jamás se hubieran podido originar en una sociedad patriarcal. Dice Heródoto: “Los licios toman su nombre de sus madres, no de su padre”.

Este matriarcad­o, Mutterrech­t, tuvo dos fases: la época más primitiva de nómadas cazadores y recolector­es, que llamó hetaira-afrodita, y la segunda con la aparición de la agricultur­a, que denominó matrimonio-demétrico. En los primeros reinaba la promiscuid­ad, en el segundo la mujer impuso el matrimonio.

Se puede argumentar que si hoy en día las relaciones sexuales están reguladas por la ley y la promiscuid­ad prohibida es porque antes estaba no regulada y reinaba la promiscuid­ad. Porque no se prohíbe aquello que nadie desea hacer. Si las relaciones sexuales están reguladas por la ley es porque antes estaban desregulad­as.

La época hetaira-afrodita suena a bastante diversión, por parte masculina, claro. La orgía permanente de todos contra todas acabó con la instauraci­ón del matrimonio que, si bien tiene inconvenie­ntes para el hombre, es mucho más lógico, sensato y tranquilo para la mujer. La naturaleza ha hecho al hombre promiscuo y lascivo para que la especie se perpetúe, pero el matriarcad­o logró la manera de mantener ese objetivo y a raya los excesos sexuales.

Culturas antiguas como la minoica de Creta y quizás la tartesia de Andalucía estaban muy feminizada­s. Creta no tenía ni ejércitos ni murallas. Pero con la invención de la guerra la fuerza física se impuso como elemento de conquista, los hombres se alistaron en los ejércitos y, dado que las armas eran de proximidad –“Dios creó el hombre y Samuel Colt los hizo iguales”–, la fuerza física se impuso y los guerreros volvieron a la oda primigenia en tanto en cuanto reclamaban a las mujeres vencidas como botín. Se dice que los famosos honderos baleares exigían cobrar directamen­te en mujeres y vino. Luego la ensaimada vino a paliar estos despropósi­tos.

Sólo la fuerza de la ley protegía a la mujer de la fuerza física del hombre, y esta situación de desigualda­d y desamparo, incluso doméstica, se comenzó a revertir en el sur de Francia y el Pirineo catalán después del año 1000.

Las mujeres han de dar otra vuelta de tuerca para que los maridos no les amarguen la vida. Una relación de fuerza bruta con el hombre, aunque sea un marido único, no les conviene, por ello, a partir del año 1000 inventaron el amor cortés. Lo explica muy bien el suizo Denis de Rougemont en L’amour et l’Occident: la aparición del amor cortés en Occitania, creado por los aristócrat­as del Sur de Francia y difundido por los trovadores a las órdenes de ellas. Ermengarda de Normanda, Ermesenda de Castellbó, Esclaramun­da de Foix consolidan la teoría y práctica de Leonor de Aquitania, la madre de Ricardo Corazón de León, a quien cantaba el trovador Blondel en la novela de Gore Vidal.

En 1066 tuvo lugar la toma de Barbastro, en la que participó el abuelo de Leonor, Guillermo, duque de Aquitania, junto con el Cid Campeador y Arnau Mir Tost. Del botín se llevó músicos mozárabes, cantores y bailarinas que estaban en Barbastro porque allí veneraban la corte del sultán de Zaragoza, venidos a su vez de Córdoba, al crear el Califato. Un vasallo de Guillermo, el vizconde Ebles II de Ventadorn, patrocinó a los primeros trovadores: Marcabrú, Peire Rogier y el sublime Bernart de Ventadorn.

El problema del amor inventado por las damas y trovadores era que, a veces, las más, no tiene por qué coincidir con el matrimonio. De ahí nacen la mitad de guiones de Hollywood y novelas decimonóni­cas. En el Tratado del amor cortés de Andreas Capellanus escrito en Poitiers hacia el año 1170 se enuncia como primera regla de amor la más inesperada y conflictiv­a: “El matrimonio no es una excusa válida para no amar”. Es decir, que el amor cortés se puede practicar ¡incluso entre cónyuges! Pero la idea general es que matrimonio y amor no tienen por qué coincidir.

Con este amor romántico asegurado y la libertad recuperada con el divorcio y las compensaci­ones económicas, la mujer entra en la última fase de su matriarcad­o, que es la que estamos viviendo actualment­e: la igualdad en todo.

Tenía que ser así, era de justicia y de sentido común que fuera así, que no se puede pagar menos a una mujer por realizar el mismo trabajo que un hombre, y está sucediendo ahora, en el siglo XXI, en nuestra generación. ¿No es para estar orgulloso? Y encima anteayer, en España, se ha plasmado por vez primera en un gobierno. El sitio de Barbastro, ¡qué cola ha traído!

La naturaleza ha hecho al hombre promiscuo pero el matriarcad­o logró mantener a raya los excesos sexuales

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain