La Vanguardia

Las víctimas de ETA

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Los hijos de las víctimas de ETA son víctimas de segunda, hasta ahora. El PP, en una aciaga gestión con las víctimas del terrorismo durante los últimos cuatro años, les cerraba las puertas de los ministerio­s. Una y otra vez, las víctimas llamaban a las puertas de los titulares de Interior y su cierre era la respuesta que se les daba.

Niños como el hijo de Ángel Cedillo, guardia civil asesinado por la banda, José Miguel Cedillo, a sus cinco años, mientras estaba en la capilla ardiente de su padre, fue testigo de un suicidio. Un compañero de su padre se quitó la vida delante de él al no poder soportar la presión asesina de ETA. Pues a este señor, a este niño, José Miguel Cedillo, tras veinte años desde los citados hechos, le cerraban las puertas los ministros del interior Fernández Díaz y Zoido.

Han bastado unas horas para que el actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, llamara a José Miguel Cedillo y tratara de “amortiguar el dolor perpetuo de su orfandad”. Algo tan sencillo como unas palabras redentoras y llenas de empatía y voluntad ha sido suficiente para el consuelo de unas víctimas que tienen todo nuestro respeto y admiración.

Enhorabuen­a, señor Grande Marlaska. Las siglas políticas no son relevantes. Solamente los buenos sentimient­os cotizan al alza.

F. CUESTA GARRIDO Vitoria

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