Hala Madrid
La transmisión de Real Madrid Televisión marcó el tono adecuado para dar paso al Santiago Bernabeu. “No hay mal que por bien no venga”, soltó uno de sus tertulianos ante el asentimiento general (añádanle una sonrisa de suficiencia para obtener el cuadro completo). Julen Lopetegui estaba a punto de ser presentado como nuevo entrenador blanco, así que todo lo demás, incluida la selección española, quedaba relegado a serrín insustancial.
Tomó la palabra Florentino Pérez y quien esperó algo parecido a una disculpa, aunque fuera velada, puso inmediatamente cara de jugador de Arabia Saudí, derrotado sin reservas. Por si alguien lo duda, Luis Rubiales, presidente de la Federación, pasa a ser a partir de ya enemigo público número uno de la causa blanca, como si el bombardeo de la concentración rusa lo hubiera activado un dedo marciano, el de ET por poner un ejemplo fácil. Es lo que tiene plantarle cara al poder de verdad.
La platea, adoctrinada convenientemente, jaleaba las palabras del gran presidente, incluida la siguiente conclusión: “Este acuerdo sólo compete a las dos partes”. Es decir, que aquella fotografía que se hizo Lopetegui con una camiseta roja donde ponía 2020 en letra súper grande fue fruto de la imaginación, una invención, un señor montaje.
A un periodista se le ocurrió preguntar a Lopetegui si consideraba a Cristiano Ronaldo el mejor jugador del mundo. Y como se sabe que un día el vasco fue sincero y dijo que Messi, pues fue silbado (el periodista) por algunos de los presentes. Todo muy democrático. A Lopetegui, un juguete en manos de Florentino en esta historia (y en la que está por venir), se le vio emocionado. “Ayer fue el día más triste de mi vida después de la muerte de mi madre y hoy el más feliz”. Cualquiera diría que 24 horas después debutaba España en un Mundial. Pero eso, ¿a quién le importa? Hala Madrid.