Una fusión incompleta
Los sindicatos temen que los trabajadores salgan perjudicados
El nuevo ministro de Cultura, José Guirao, se está planteando frenar la fusión entre el Teatro Real de Madrid y el de La Zarzuela, cuyos trabajadores han manifestado en numerosas ocasiones el rechazo a este modelo de gestión.
Mientras José Guirao tomaba la cartera de ministro de Cultura de manos de su fugaz antecesor, Màxim Huerta, decenas de empleados y representantes sindicales del Teatro de la Zarzuela gritaban consignas ante las puertas de la sede ministerial, el pasado jueves. Los manifestantes pedían la anulación del real decreto por el que hace dos meses el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó la fusión de ese coliseo con el Teatro Real de Madrid. Guirao no fue insensible a la reclamación; ayer recibió a los sindicalistas y les dijo que, una vez escuche también a los responsables de las dos entidades, considerará la reversión a la situación anterior, en la que los trabajadores de la Zarzuela dependían del ministerio –en concreto de su Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (Inaem)– y tenían unas prerrogativas que según ellos perderían al integrarse en la fundación del Real.
Después de su reunión con Guirao, los delegados del sindicato de funcionarios CSIF aseguraron que el ministro les había indicado que “frenará” la unión de la Zarzuela con el Real. Y así, el real decreto que en principio debía aplicarse cuando se aprobaran definitivamente los presupuestos del Estado –en unos días– “no entrará en vigor”.
Fuentes de Cultura matizaron que Guirao “no se ha comprometido” a que el próximo Consejo de Ministros anule o suspenda dicho real decreto. “Al ministro le queda por escuchar al director del Teatro de la Zarzuela y al presidente del Teatro Real, y espera tener más definida su posición para el próximo miércoles”, añadieron esas fuentes oficiales. El titular de Cultura, en suma, considera la posible anulación pero quiere madurar el asunto con todos los elementos de juicio sobre la mesa.
El anuncio de la fusión, en marzo, cayó como una bomba entre los 104 empleados de la Zarzuela adscritos al Inaem. Su director, Daniel Bianco, se mostró “muy preocupado” por el futuro del teatro. Y los sindicados emprendieron movilizaciones de inmediato. Desde el Gobierno y el Real se insistió en que los empleados de la Zarzuela conservarían todos sus derechos laborales, y que los únicos objetivos de la unión eran “aumentar la proyección internacional de la lírica española” y “mejorar la eficiencia” de las dos entidades. En el fondo se trataba de acabar con unas rigideces burocráticas y de gestión que dificultaban la organización de giras de la Zarzuela y frenaban su evolución, señalaron los promotores de la fusión. Los afectados no se conformaron.
En su encuentro con el ministro la próxima semana, Daniel Bianco invocará el riesgo de que el Real “se acabe comiendo a la Zarzuela” –según lo expresó a La Vanguardia –y de este modo se ponga en peligro una parte esencial del “patrimonio nacional” de la lírica española.