La Vanguardia

La peor presentaci­ón del mundo

- Llucia Ramis Barcelona

Cuando vas a unas ciento cuarenta y cuatro presentaci­ones anuales desde hace quince años, crees haberlo visto todo. Pero no hay dos días iguales. De repente descubres vidas fascinante­s como la de Paulina Pi de la Serra. Influyó al pintor Marc Molins, al cineasta Toni Padrós o a escritores como Feliu Formosa, Marta Pessarrodo­na o Vicenç Villatoro, que habla en La Impossible de Història d’Emma, libro que recoge cuatro relatos suyos, recuperado­s por Biblioteca del Núvol. También está el director del sello, Bernat Puigtobell­a, la sobrina de la autora, Mery Pi de la Serra, que no supo hasta hace un lustro que tenía una prima, Maria Helena.

Porque Paulina –nacida en 1906 en el seno de una familia acomodada, intelectua­l y catalanist­a, integrante de la Lliga Regionalis­ta y que sería muy conocida por su programa A corre-cuita, en Ràdio Terrassa– tuvo una hija secreta con su amante secreto, el felanitxer Joan Estelrich, al que había conocido por Francesc Cambó. Fue en 1934, en Ginebra. Paulina vivió la guerra desde el extranjero, por las cartas de su padre. Víctima de su tiempo, siempre ocultó esa niña que había tenido, y que educaría una pareja en Gràcia. Iba a visitarla de vez en cuando, al principio con Estelrich: “Mis padres de acogida me hacían llamarlos papà y mamà, porque papa y mama era de pobre, decían, y pare y mare era de payés”, cuenta. Eso en privado. Sabía que en público debía guardar las distancias. Y cuando volvían del cine o de comer un helado, por ejemplo, se separaban en el tren, para que los conocidos de Paulina no las vieran juntas.

En el 2013, Maria Helena Feliu Pi de la Serra publicó en Plataforma Pecat original, una novela sobre aquellos años. Y casi a la vez apareciero­n en Quaderns Crema los Dietaris de Joan Estelrich, editados por Manuel Jorba, donde el escritor y político utilizaba códigos cifrados para hablar de sus amantes. El de Paulina era el símbolo π. Bastó con cruzar datos. Salió a la luz aquel gran secreto. La vida, el personaje y la obra de Paulina representa­n un mundo del que se habla poco, dice Villatoro: como el de los que acabaron en el cajón de los traidores.

Sobre otros mundos de los que se habla poco trata Tigres de cristal, novela en la que Toni Hill vuelve a demostrar su maestría en crear suspense psicológic­o, según la editora de Grijalbo, Ana Liarás. Es también un retrato del barrio de Sant Ildefons en los setenta, donde él, nacido en Cornellà, fue a estudiar BUP y COU a raíz de un lío con la matrícula, según explica en Laie. Ahí están la editora Nuria Tey, el autor Juan Vico, la agente Ella Sher. Entonces aquel barrio de edificios verdes se llamaba Ciudad Satélite. Es un libro sobre cómo un error de preadolesc­encia puede condiciona­rnos la vida, recuerda Laura Fernández. “Más que preguntarl­e al autor, a mí me apetece preguntar a su madre”, bromea Carlos Zanón, y descubrir cuánto hay de autobiográ­fico.

El acoso escolar cambia de forma y de nombre, y ahora se llama bullying. A Hill no le costó retratar a los personajes que hoy tendrían su edad: “A los de cincuenta años los entiendo, ¡claro que los entiendo!”. Pero una de las protagonis­tas es quinceañer­a en la actualidad, y le resultó más difícil acercarse a su día a día, en el que la fugacidad y las redes sociales lo condiciona­n todo. Encontró la clave en Emily Dickinson, a la que la joven descubre, y en “esa fascinació­n ante unos poemas que te dicen algo, aunque todavía no sepas qué”, explica.

Y por fin llega el momento que estaban esperando, no he puesto este título porque sí. Se suponía que en la +Bernat, Santi Giménez y Malcolm Otero iban a pasar revista a la selección española mediante un especial Mundial execrable. Los acompaña Lu Martín, que en el Mundial anterior publicó con Giménez Cuando éramos los mejores (pero no ganábamos nunca). Al presentarl­o en Barcelona, hace cuatro años, faltó el editor de Debate. En esta ocasión, Miguel Aguilar (aka No-me-cites) sí que está. Lo que faltan son los libros, porque a la librera Montse Serrano nadie le comunicó que se aprovechar­ía la novedad de Més il·lustres execrables (Rosa dels Vents) para recuperar el otro título. Así que, tras dedicarle un “ilustre execrable” a No-me-cites, Otero intenta moderar una charla surrealist­a sobre un libro que total no se puede comprar porque no está, y sobre la vez que el entonces presidente de la Federación, Sacho Dávila, fichó como selecciona­dor a su dentista porque sabía que le gustaba el fútbol y algún conocimien­to debía tener. Lo de Lopetegui no es para tanto.

“El hooligan lo llevábamos puesto”, confesará Giménez cuando haya acabado todo: “El partido estaba perdido 4-0, pero teníamos que seguir jugando, de modo que pásame el balón, que chuto”. Al menos las editoras Berta Noy y Ester Pujol se han reído un rato. Gemma Herrero y Mireia Lite, por su parte, reconocen que lo han pasado muy mal. “Mira que he ido a presentaci­ones –dirán–, pero esta ha sido, sin duda, la peor presentaci­ón del mundo”. Tal vez no lo será del Mundial.

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MONTSE GIRALT
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YOLANDA CORTÉS Otro Mundial Malcolm Otero, Santi Giménez y Lu Martín presentan Mundial execrable; la fascinante vida de Paulina Pi de la Serra en Història d’Emma ;ylos Tigres de cristal de Toni Hill, una historia en la Ciudad Satélite
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ESTER ROIG
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