El timo del VAR
El videoarbitraje se estrena en el Mundial con polémicas revisiones en los dos primeros goles del partido
Si alguien en su ingenuidad había llegado a la convicción de que el arsenal tecnológico iba a poner remedio al error humano, tiene motivos para recapacitar después del Portugal-España. El VAR no había sido necesario en los tres partidos precedentes del Mundial, pero ayer entró en acción a los 134 segundos para ratificar un precario penalti –si llegó a existir– de Carvajal a Cristiano. Poco después la tecnología ignoró una infracción catedralicia de Diego Costa en la jugada que el hispano-brasileño convirtió en el primer gol de España. En todas las competiciones que lo han aplicado –y la Copa del Mundo no será una excepción– saben que el VAR no es infalible ni va a precipitar una dramática extinción de las tertulias futboleras de barra de bar.
Fernando Hierro prefirió suplir la baja de Carvajal en el lateral derecho reconvirtiendo a un central como Nacho en lugar de optar por un especialista como Odriozola. No sorprende, en tanto se trata de una herencia directa de Lopetegui. Resulta más inconcebible que el madridista tardara menos de tres minutos en caer en un clásico señuelo de su compañero Cristiano Ronaldo. Una vez más, el portugués se adelantó un balón con escaso futuro, no con la intención de proseguir la jugada, sino con la idea de buscar una pierna imprudente en el camino, producir un contacto por leve que sea y exagerar la caída. “Nacho, Nacho... es penalti”, comentó el delantero con una sonrisa. Han sido tantos los penaltis con esta tipología que le han señalado a favor que es probable que el madridista haya adquirido la convicción de que, efectivamente, se trata de acciones irrefutables. Pero esta vez estaba el VAR para desenmascarar la farsa. Doce cámaras estratégicamente colocadas; en la cabina, un árbitro responsable, un ayudante y un operador de vídeo en comunicación con el colegiado principal del partido. ¿Qué puede salir mal? La tecnología ratificó la decisión que el juez había tomado sobre el terreno, aunque no deja sin argumentos a quienes en ejercicio del derecho a la discrepancia consideren que se trata de un penalti riguroso o preparado a base de ingredientes totalmente artificiales “Yo sé que toco a Cris, pero intento retirar la pierna”, explicó Nacho resignado.
Al cabo de 20 minutos, la tecnología que había proporcionado un beneficio cuestionable a Portugal le infligió un atropello incontrovertible. Diego Costa se adjudicó cometiendo una falta catedralicia sobre Pepe el balón aéreo que iba a convertir en el primer gol de España. No se percató de la infracción el árbitro, ni los auxiliares, ni el personal de la cabina del VAR que en teoría debe escrutar la limpieza de los goles. El videoarbitraje no estuvo cuando se le requirió.
Cristiano, con el penalti inicial, se convirtió en el cuarto jugador en marcar en 4 ediciones de la fase final de la Copa del Mundo. En las tres anteriores se había limitado a un solitario e intrascendente gol en cada una. En Sochi, se agigantó como líder de su selección y firmó un hat trick de enorme valor numérico y anímico. Cabe matizar que en su segunda diana contó con la inestimable colaboración de De Gea, el portero que había propiciado el empate de Suiza en el último amistoso y que en Rusia transmite demasiadas señales de inseguridad. Tal vez Hierro debiera intervenir en la herencia de un Lopetegui que desde Madrid lanzó su mensaje antes del partido: “Todo lo mejor en este Mundial para Fernando (Hierro) y un magnífico equipo y grupo humano: nuestra selección de España. Nos sentiremos partícipes de toda vuestra fuerza, unión y pasión”.