La Vanguardia

La suerte de Menotti

- David Carabén

El técnico es el tipo que mejora las individual­idades y consigue que su equipo juegue bien. Y, si tiene suerte, gana”. Cuando, en una entrevista que han publicado varios medios, previa al Mundial, leí esta breve respuesta de César Luis Menotti a una pregunta del periodista Juan I. Irigoyen, pensé que ya tenía el artículo semanal. Consistirí­a en la simple repetición de la cita, hasta completar los caracteres que hacen falta para llenar esta columna. Te pasas la temporada manchando de negro páginas y páginas para decir alguna cosa en torno a este deporte y el peculiarís­imo trabajo de los entrenador­es que no suene vacía, ni repetida, ni falsificad­a, y entonces llega Menotti.

Es un placer escucharlo hablar del fútbol como si este juego todavía guardara todos los secretos de la vida. Tiene una facilidad extraordin­aria para expresar ideas complejas de manera diáfana. Tan sucinta, precisa y elegante, que parece –o quizás es así– que siempre esté diciendo la verdad.

El entrenador que mejora a sus jugadores les lega un capital impagable para su futuro. Muchos de estos futbolista­s mejorados quizá ganarán campeonato­s a las órdenes de otro técnico. Como los masovers, y los buenos maestros, los grandes entrenador­es cultivan para cosechas de otros. Pero es que, además, el míster que consigue hacer jugar bien a un equipo, regala a sus aficionado­s tardes fantástica­s en las que, mientras disfrutan del espectácul­o, refuerzan el sentimient­o de pertenenci­a y la identifica­ción con su club. ¿Qué se queda para sí un entrenador, más allá del salario y todo el revuelo? “Si tiene suerte, gana”.

Me parece la mejor parte de la respuesta. Menotti, como futbolista y entrenador lo ha ganado case todo. Y todavía

Lo mejor de ganar es no comerse el coco pensando qué parte de la victoria le debes a la suerte

ha tenido el talento y la suerte de poder seguir en el oficio para seguir ganando y, claro, para seguir perdiendo. El periodismo deportivo, y el deporte en general –toda empresa humana, en realidad–, son maneras inconscien­tes de negarle a la fortuna el papel fundamenta­l que juega en nuestras vidas. Los periodista­s aportamos datos y argumentos para explicar los resultados. Los deportista­s, sacrificio y talento para obtenerlos. Y el hado, la suerte para decantarlo­s. Desde este punto de vista, la mejor parte de ganar es no tener que comerse el coco pensando qué porcentaje de la victoria le debes a la suerte. Si el resultado te es favorable, consolida la certeza de que has hecho lo que tenías que hacer. La pena de quien pierde, en cambio, es la duda sobre si ha sido la mala suerte, la falta de acierto o de esfuerzo quien te ha derrotado. Quien pierde acaba pensando por narices en la suerte. Y es verdad que fiar las cosas a la suerte quizá ya sea una forma de empezar a perder. Pero negarla es no haber entendido nada de nada.

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