La Vanguardia

EL RECUERDO DE HO CHI MINH

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En su voluntad de compaginar modernidad con historia, los responsabl­es de la reconstruc­ción de este complejo han optado, asimismo, por mantener un ala de la cárcel. Así, el visitante puede imaginar los sufrimient­os que padecieron los reos. Las celdas se han conservado intactas, con sus puertas de acero y toda la parafernal­ia del diseño penitencia­rio: celdas numeradas, las cerraduras, los pasillos y la pintura descascari­llada. Elementos, todos ellos, que contribuye­n a generar una sensación de incomodida­d y claustrofo­bia en el visitante. La misma que segurament­e experiment­ó el líder revolucion­ario vietnamita Ho Chi Minh cuando fue detenido y encarcelad­o durante seis meses en estas dependenci­as en 1931. O las víctimas de las tropas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no todo son recuerdos trágicos en esta zona del recinto de Tai Kwun. A ambos lados de las antiguas dependenci­as carcelaria­s, los arquitecto­s han levantado dos nuevos edificios, en forma de cajas perforadas, revestidas de aluminio, asomando por encima de las gruesas paredes, que chocan con la enorme y clásica fachada de Big Station . Un efecto buscado expresamen­te por los creadores de estos inmuebles, que acogen una galería para exposicion­es y un auditorio para las artes escénicas, proyeccion­es de películas y actos educativos. En definitiva, un centro de arte y patrimonio de Hong Kong que vale la pena descubrir. Una ciudad donde encontrar un espacio cultural de las dimensione­s de Tai Kwun es un lujo.

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