La Vanguardia

Jorge Lorenzo vuelve a reinar en Montmeló

El balear saca el martillo para lograr su segundo triunfo con Ducati y escalar al 7.º puesto

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Jorge Lorenzo ha vuelto. Le ha costado Dios y ayuda, enfados, golpes en la mesa y mucha tozudez, pero al final, al año y medio de pilotar la Ducati, el balear empieza a pillarle el truco a la indomable máquina italiana. Lorenzo vuelve a dar guerra, como en los viejos tiempos. Con su segunda victoria consecutiv­a vestido de rojo, incontesta­ble la lograda ayer en Montmeló, el mallorquín da un paso de gigante en sus aspiracion­es: escala en la general al 7.º puesto, a 11 puntos del 3.º –Maverick Viñales–, aunque todavía muy lejos, a 49, del liderato de Marc Márquez. Pero... ¿quién sabe?

Ya advirtió Lorenzo en la víspera del Gran Premio, el jueves, que se encontraba “en un momento dulce”. Y eso, dicho en boca de Jorge, tan transparen­te, es una amenaza para los rivales. Tras encontrar las buenas sensacione­s con la Desmosedic­i y armarse de confianza con el triunfo en Mugello, el balear llegaba a Montmeló, uno de sus jardines favoritos, el tercer trazado donde más ha ganado en la clase reina, con la intención de impulsarse un poco más. En el Circuit, Lorenzo ha encontrado el trampolín para volver a codearse con los favoritos. Algo totalmente impensable hace dos meses, cuando se desesperab­a buscando soluciones.

¿Qué ha cambiado? “Nuevas piezas” –dice– que se había cansado de pedir. Como ese apéndice que hizo instalar en el depósito para fatigarse menos, que parece milagroso. “Ha sido una combinació­n de factores: la pieza del depósito me permite relajar más los brazos, he mejorado el paso por curva, ahora cruzo más la moto porque es muy estable... Es la Ducati más completa que he tenido”, resume.

Lorenzo, fiel a su estilo, calcó el guion que había usado en Jerez, en Le Mans y en Mugello: gas a fondo en la salida y a escaparse. En España y Francia se vino abajo por agotamient­o, en Italia le salió bien, y ayer la táctica, de inicio, le falló. Márquez, sabedor de las intencione­s de su futuro compañero, salió mejor que nunca y conquistó antes el primer ángulo, cerrando la puerta a Jorge, que tuvo que pelear el segundo puesto con Iannone. Un error del italiano lo aprovechó Lorenzo para recuperar la segunda plaza. Tras el primer paso por meta, el balear recuperó el mando adelantand­o

MUNDIAL ABIERTO

Lorenzo se sitúa a 11 puntos del tercero (Viñales), pero a 49 todavía de Marc Márquez

LA TRANSFORMA­CIÓN DEL 99 “Ahora Jorge es constante, va superfino... Parece que pilota una Yamaha”, observa el líder

al de Cervera al final de recta. Y ya no la soltó.

Su progresión hasta la meta fue imparable, con un ritmo muy superior al de sus perseguido­res, como había dejado entrever en los ensayos. Sobre todo, a partir de media carrera, justo a partir de la caída de Dovizioso (tercer cero del curso), como si fuese un acicate. En esos giros del 10.º al 13.º, Jorge sacó el martillo con el que machaca el crono y metió un segundo de distancia a Marc, alejándose a 1,8s. Se acabó ahí la carrera. El de Repsol Honda, sin que Rossi le amenazase el segundo puesto, y con Dovizioso en el garaje, dio por buenos los 20 puntos para consolidar más su liderato. “Intenté seguir a Jorge, pero era imposible”, admitía el catalán, que constataba la transforma­ción de Lorenzo: “En Jerez, Jorge iba rápido y a partir de un punto bajaba mucho. Ahora es constante, utiliza muy bien la aceleració­n, parece que pilota una Yamaha, va superfino, con mucho paso por curva, y está muy fuerte en la frenada...”. El retrato del Lorenzo del 2015, cuya superiorid­ad se plasmó en los 4 segundos de ventaja que metió a Marc en la meta.

Jorge no ganaba dos carreras seguidas desde Le Mans y Mugello del 2016 con Yamaha... hace 2 años. El Jorge de los viejos tiempos ha vuelto, para desconsuel­o de Ducati. En Borgo Panigale deberían plantearse si se precipitar­on abriendo la puerta a Lorenzo, que iguala a puntos a Dovi, la apuesta del capo Domenicali. Con el espartano en racha igual acaban comiéndose el martillo de atrezzo y el contrato roto.

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ANDREU DALMAU / EFE Lorenzo celebró su segundo triunfo con Ducati luciendo el martillo con el que metafórica­mente machaca

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