Macedonia del Norte, el nombre que cierra la pugna con Grecia
Acuerdo histórico sobre la denominación de la antigua república yugoslava
Los gobiernos de Atenas y Skopie desafiaron ayer la tormenta nacionalista desatada en ambos países y firmaron un acuerdo para rebautizar la pequeña exrepública yugoslava como “Macedonia del Norte”. El compromiso pretende zanjar un conflicto –de nomenclatura pero esencialmente identitario– que dura ya 27 años y abrir las puertas de la UE y la OTAN a los macedonios.
Reunidos en la región fronteriza de los lagos de Prespa, los primeros ministros griego, Alexis Tsipras, y macedonio, Zoran Zaev, se estrecharon la mano y se abrazaron ante la mirada del mediador de la ONU Matthew Nimetz; la jefa de la diplomacia europea, Federica Mohgherini, y el comisario para la Ampliación, Johannes Hahn.
Tsipras calificó el pacto de “deber patriótico” en una región como los Balcanes, que tanto ha sufrido por “el veneno del chovinismo y las fracturas del odio nacionalista”. Zaev dijo que los dos países han “movido montañas” y defendió que se trata de una “solución digna para ambos lados”. Tras la firma, Tsipras cruzó al lado macedonio, convirtiéndose en el primer mandatario griego que pisa el país vecino.
La ceremonia tuvo lugar en un diminuto pueblo de pescadores. La belleza natural del paraje era ideal para la cita histórica, pero también resultó muy conveniente que se tratase de una zona poco poblada. Los políticos y altos cargos se ahorraron escenas desagradables.
Convenía tener a la gente lejos. El compromiso ha levantado una ola de indignación: el 73,2% de los griegos se opone, según un sondeo difundido ayer, al igual que el 60% de los macedonios.
En la región septentrional griega de Macedonia, la parte más encendida, las campanas de las iglesias doblaron en protesta en el momento de la firma. En el pueblo de Pisoderi, a unos 25 kilómetros, los antidisturbios lanzaron gas lacrimógeno contra unos 500 manifestantes que trataron de superar la barrera policial. Seis agentes y seis manifestantes resultaron heridos.
Al otro lado de la frontera, unas 5.000 personas recorrían la ciudad de Bitola al grito de “Esto es Macedonia”, convocados por el partido nacionalista VMRO-DPMNE, que lidera la oposición.
A Tsipras y Zaev les aguarda una carrera de obstáculos para llevar a buen puerto el acuerdo, visto como una capitulación nacional en ambos países. Grecia se negaba a reconocer a su vecino del norte desde que en 1991, con la desintegración de Yugoslavia, la república se independizó con el nombre de Macedonia, el que le había dado Tito en 1944. Los griegos –y la mayoría de historiadores– acusaban a los vecinos eslavos de inventarse una na- cionalidad y de usurpar su herencia cultural helena, la de la Macedonia antigua de Alejandro Magno, el gran conquistador del siglo IV a.C. Para los griegos, sólo hay una Macedonia: la suya. La rebelión de los obispos en esta influyente región –que incluye Salónica, segunda ciudad del país– explica el giro que ha dado la iglesia ortodoxa, que al principio defendió la necesidad de un acuerdo y ahora participa en las manifestaciones en contra.
Atenas ha sostenido todos estos años que Skopie escondía ambiciones territoriales, sospechas alimentadas por mapas de la Gran Macedonia. Un punto importante del pacto
BAJO LA MIRADA DE LA UE Tsipras y Zaev se dan la mano ante Mogherini y el comisario de Ampliación
OPINIÓN PÚBLICA EN CONTRA El 73,2% de los griegos se opone al compromiso, como el 60% de los macedonios