Cuando falla el fondo y la forma
UNA de las frases más tristes la escribió Gabriel García Márquez cuando nos recordó que “la sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada”. Es una manera de decirnos que nos hacemos sabios con la experiencia, pero, cuando por fin la hemos adquirido, descubrimos que se nos ha pasado el tiempo. Cuando uno ocupa un cargo, acostumbra a ir lleno de ilusión, pero a menudo falto de conocimientos. Es por eso que los manuales de gestión recomiendan no pisar más fuerte de lo aconsejable, ser comedido con las palabras y tener mucha mano izquierda con los subalternos. Y eso vale también para la política. O quizás habría que subrayar que, sobre todo, para la política. Nada es más efímero que un cargo, nada dura tanto como los errores.
Leo en el diario que el nuevo conseller de Interior se reunió con la nueva cúpula de la policía catalana y que no fue precisamente bien. Los sindicatos de los Mossos d’Esquadra han mostrado su malestar por el relevo de su comisario jefe, Ferran López, que ha conseguido mantener el cuerpo unido y gobernarlo con eficacia demostrada durante los meses que ha estado en vigor el artículo 155. Pero igualmente los mandos quedaron desconcertados no sólo por algunas decisiones que se anunciaron, sino además por el discurso de Miquel Buch, que no fue el mejor en el fondo ni en la forma.
La policía catalana ha pasado de tocar el cielo tras la gestión del atentado terrorista de agosto, a sentirse desprotegida por la coyuntura social y política que ha vivido el país.
El cuerpo necesita volver a la normalidad. Y ser tratado con respeto, recuperar el orgullo y volver a conectar con la población. En el nuevo equipo político de Interior hay gente de demostrada experiencia. Pero es imprescindible hacer acopio de la máxima sabiduría para ganarse a un cuerpo que necesita más complicidad que amenazas, más empatía que salidas de tono.