Los demonios de De Gea
El portero de España se siente incomprendido pero no quiere perder los nervios
El fallo que le costó a la selección española el triunfo contra Portugal ha puesto en el alambre al cancerbero del Manchester United, David de Gea, cuyas malas actuaciones con la roja se mezclan con su carácter introvertido, lo que dificulta su relación con la prensa española y plantea unas dudas sobre su juego que, de tener al lado a otro portero de categoría, podrían costarle la titularidad en este mundial.
Tranquilo, pero muy desconfiado. Con personalidad para aguantar los golpes pero también introvertido. Sosegado en su trato con los defensas, a los que no suele pegar voces, a diferencia de otros porteros, pero también incomprendido. Así es y se siente David de Gea, según personas de su entorno en la selección española. Todas las miradas se centran en él en los últimos días en la concentración de la roja en Krasnodar por su calamitoso error ante Portugal que se suma a un fallo en el amistoso contra Túnez y a otro frente a Argentina en marzo. Tres acciones deficitarias en tres de los últimos cuatro partidos de España son un hándicap en un puesto tan delicado y en un torneo tan importante. Aunque todo el mundo se ha lanzado en tromba a protegerle, de Hierro a Ramos, pasando por Piqué, Aspas o Diego Costa lo cierto es que su rendimiento genera dudas. Él ha preferido refugiarse en su familia y pasó buena parte de las horas libres que concedió el seleccionador con sus padres, con los que comió el sábado. Transmite señales contradictorias. Por un lado el aguante para dar la cara tras errar y salir a hablar con una gorra de béisbol girada hacia atrás y estética rapera. Por el otro la soledad del portero, algo que emanaba también muchas veces de Valdés.
“¿Por qué estás tan resentido? ¿Por qué no te llevas bien con la prensa española?”, le preguntaron a bocajarro. De Gea trató de contestar con lugares comunes pero sigue pensando lo mismo que dijo en marzo. “En Inglaterra noto más respeto y más cariño del que percibo cuando vengo a España”, respondió el portero formado en el Atlético. En la Premier considera que se dramatiza menos y se relativiza más. Él prefiere pasar página aunque hay un tema que nunca consigue cerrar del todo. Es el que le sobrevino en la concentración en la Eurocopa del 2016, el conocido como caso Torbe, un escándalo sexual en el que surgió su nombre. Entonces Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, manifestó que se sentía incómodo con la presencia de De Gea en la selección, palabras que todavía duelen al guardameta. Por eso cuando el líder político fue a hacerse la fotografía con los internacionales antes de que viajaran a Rusia todos aplaudieron su discurso menos el portero. Después ha repetido que desea unas disculpas públicas de Sánchez, que no se conforma con el perdón privado que le pidió el presidente. Esto prueba una perseverancia que también forma parte de su manera de ser.
“Como diría el maestro Luis Aragonés, De Gea tiene las espaldas muy anchas. Un accidente lo tiene cualquiera pero tiene la confianza del entrenador y de todo el grupo. Lo importante es que él se sienta bien y que salga reforzado de todo esto”, comentó ayer en un encuentro con la prensa el exjugador Carlos Marchena, nuevo enlace entre los futbolistas, el cuerpo técnico y la Federación Española.
Habrá que ver cómo reacciona porque se le vio como un flan y eso los delanteros rivales lo detectan. Tiene suerte de que su suplente no sea Iker Casillas por ejemplo porque sino habría un clamor para que se produjera el relevo. Con el veterano Reina y el joven Kepa como alternativas no es el caso aunque el portero del Athletic rezuma ambición y se siente preparado por mucho Mundial que se esté disputando. En este sentido la situación es distinta a la que acometió Camacho en la Eurocopa del 2000 cuando decidió retirarle la titularidad a Molina y dársela a Cañizares.
De Gea siempre ha sido especial, desde que Quique Sánchez Flores le hiciera debutar con el Atlético, días en los que recorría 114 kilómetros entre la ida y la vuelta desde Illescas (Toledo), donde vivía, hasta El Cerro del Espino, donde se entrenaba. El conjunto colchonero le impidió dar entrevistas para que no se maleara y tampoco ha sido muy dado después a estar presente en los medios. Sin embargo, su relación con la cantante Edurne le ha llevado muchas veces a permanecer en boga en las redes sociales y en el papel cuché de la misma forma que el intento permanente de Florentino Pérez de traerle al Bernabeu le ha mantenido siempre en el runrún del mercado.
Los perros, los bolos y el tenis son algunas de sus aficiones. Se sabe mucho sobre él pero no deja de tener un punto de enigmático. Como si no saliera de su laberinto.
UNA RELACIÓN TENSA “¿Por qué estás tan resentido? ¿Por qué no te llevas bien con la prensa española?”, le preguntaron