La AFAbilidad del AMPA
La ampulosa resistencia del acrónimo escolar AMPA empieza a flaquear ante la pujanza del nuevo acrónimo AFA
Vivimos tiempos tan volátiles que nada dura mucho. Huerta, Lopetegui, Diplocat. Tiempos de dimisiones y ceses, destituciones y restituciones, firmas de contratos y rescisiones fulminantes. Lo que ayer se liquidaba hoy se solidifica y vete a saber qué pasará mañana. Ante esta volatilidad generalizada, el AMPA del mundo escolar casi es una historia de perdurabilidad. No he podido documentarlo, pero diría que fue en el cambio de siglo que las asociaciones de padres de alumnos del siglo pasado, hasta entonces reconocidas con el acrónimo APA, empezaron a ser rebautizadas con el acrónimo AMPA, por asociación de madres y padres de alumnos, en plena fiebre desdobladora. Hubo suerte que no desdoblaran a alumnos y alumnas porque si no hubiera dado AMPAA, con dos aes al final como la flamante portavoz del Gobierno María Isabel Celaá. Durante años, AMPA se ha ido consolidando, más en su forma acrónima que en la desplegada, por razones de economía lingüística. Tras una primera oleada de quejas, AMPA superó los razonados (y razonables) argumentos de los lingüistas sobre las diferencias entre género gramatical y género sexual, superó el ejemplo normalmente influyente del inglés (father + mother = parents) e incluso superó la homofonía con la palabra castellana hampa, definida por el DRAE de modo inequívocamente negativo: “Conjunto de los maleantes, especialmente de los organizados en bandas y con normas de conducta particulares”. Pues bien, la ampulosa resistencia de AMPA empieza a flaquear. En poco tiempo he tenido noticia de que algunas escuelas que tengo relativamente cerca (como la escuela Congrés-Indians o el instituto Joan Brossa) ya no tienen AMPA sino AFA, nuevo acrónimo que se despliega Asociación de Familias de Alumnos. El cambio es reciente y los dominios de internet de alguna de estas AFA aún delata su pasado (ampa.joanbrossa.cat). Hallo rastro de cambios en blogs de estas asociaciones. Por ejemplo, el AMPA de la escuela Salvador Espriu de Sant Feliu de Llobregat pasó a ser AFA oficialmente el pasado agosto, aún no hace ni un año, porque la Direcció General de Dret i Entitats Jurídiques del Departament de Justícia aprobó el cambio.
Ya puestos, me parece una mejor solución un término de consenso (F) que desdoblar (MP). Hubo un tiempo en que la palabra familia olía a anticuado, conservador y retrógrado. Hoy parece que vuelve a ser de buen tono, y los psicólogos ya hablan de ocho tipos de familias, verbigracia: nuclear (biparental), monoparental, adoptiva, sin hijos, de padres separados, compuesta (por diversas nucleares), homoparental o extensa. Me temo que pronto saldrá alguien que fruncirá el ceño por la reducción de familia a una sola letra y le buscará tres pies al gato para cuestionar la F de las AFA. Espero que esta vez seamos lo suficientemente afables para no volver a hacer el ridículo.