La Vanguardia

Eremitas conectadas con el mundo

Las ermitañas de Cornudella y Arbolí relatan cómo compaginan internet y vida contemplat­iva

- ROSA M. BOSCH

Una gran foto de refugiados rohinya colgada junto a un crucifijo preside la entrada a la vivienda de la ermitaña de Arbolí, en la comarca tarraconen­se del Baix Camp. Una imagen que conecta a la anacoreta con el mundo, con el drama de los más de 65 millones de desplazado­s que huyen de combates, persecucio­nes y del hambre. Las comarcas de Tarragona alojan al menos a seis eremitas, algunas de las cuales aceptan las nuevas tecnología­s e internet para estar informadas y para transmitir sus pensamient­os.

Montserrat Domingo, de 75 años y desde 1977 habitando Sant Joan del Codolar, en Cornudella de Montsant (Priorat), y la citada monja de Arbolí, que pide que no se publique su identidad, son las dos ermitañas que han accedido a explicar cómo conjugan su vida contemplat­iva con las exigencias que plantean los nuevos tiempos. Con naturalida­d, Domingo acepta las redes sociales que utiliza pala ra difundir sus conocimien­tos, poemas u otros textos de sus autores de cabecera y también para denunciar las injusticia­s. Se rebela contra las guerras, la venta de armas... “Callar ante las injusticia­s es un pecado de omisión”, repite en persona y en diferentes canales digitales.

Domingo acumula 2.240 seguidores en Facebook; 1.217 en Instagram, y 233, en Twitter. Cuenta que empezó en la plataforma de Mark Zuckerberg para escribir comentario­s sobre la música que emitía un programa radiofónic­o. “Y con motivo del Any Llull, en el 2016, publiqué las citas diarias de Amice Amat”, explica en la única habitación de su casa, un pequeño espacio atestado de libros. De Santa Teresa y San Juan de la Cruz a Rilke, Pannikar, SalvatPapa­sseit, Verdaguer e incluso Dan Brown y su Código Da Vinci. Una biblioteca ecléctica y abierta, como su propietari­a, en la que no faltan ejemplares sobre la fauna y la flora del Montsant, una de sus pasiones.

Buena parte de sus 300 fotos en Instagram son de flores y de plantas medicinale­s de esta sierra acompañada­s de comentario­s sobre sus propiedade­s.

Defiende que la tecnología bien utilizada no deshumaniz­a y se emociona cuando recuerda como un joven montañero, no creyente, se comunicó con ella a través de Facebook para pedirle que rezara por su abuelo. Dice que en Sant Joan del Codolar internet no funciona demasiado bien, que no está al tanto de cuántos seguidores tiene ni tampoco de los comentario­s o likes que generan sus escritos.

Un vídeo en Youtube en el que imparte la conferenci­a Testimonio de una ermitaña que escucha y aprende de la naturaleza supera las 57.300 visualizac­iones.

Montserrat dejó Olesa de Montserrat, las Hijas de la Caridad y su trabajo de enfermera en dos fábricas de tintes para sumergirse en la soledad del mundo eremítico a los 34 años. “Busqué ermitas por toda Catalunya, pero no fue hasta que fui a ver a Mossén Ballarín que di con la clave. El me dijo que fuera al Montsant, tierra de gran tradición eremítica”, cuenta mientras prepara una infusión con el tomillo que recoge a tiro de piedra de su casa.

Declinó instalarse en las dependenci­as principale­s de Sant Joan del Codolar y se arregló el corral anexo, de apenas 20 metros cuadrados, más acorde con su voluntad de austeridad. No tiene agua corriente pero sí una fuente al lado de su casa, obtiene electricid­ad gracias a placas solares y usa ropa de segunda mano. “Sólo compro las botas de montaña”, precisa.

“Aprendí a vivir en soledad. Al principio, no venía casi nadie, ahora sí y no cierro la puerta a ninguna persona”. Opina que ser anacoreta en estos tiempos no implica seguir en la caverna. “Claro que estoy conectada con el mundo, soy una anacoreta del siglo XXI, no vivo en una cueva. Considero que en un piso de Barcelona podría llevar la misma vida espiritual que aquí. Para mí lo más importante son las personas”.

Una tendinitis limita las excursione­s más exigentes por el Montsant, que conoce como la palma de su mano. Pero sale con frecuencia a pasear, a meditar, y los domingos por la mañana baja a pie a Cornudella para ir a misa. “Si Toni Arbonès (escalador que popularizó las paredes de Siurana) hubiera llegado antes yo también estaría escalando”.

La radio es su principal vía de

MONTSERRAT DOMINGO “Con motivo del Any Llull publiqué en Facebook las citas de ‘Amic e Amat’”

LA ANACORETA DE ARBOLÍ “Después de dos horas de meditación me pongo los cascos y escucho la radio”

informació­n. Cada mañana , después de la oración se conecta con la realidad del mundo, con la evolución de la política catalana y española. “He seguido en directo los últimos plenos del Parlament. Desde el 1 de octubre sube gente a preguntarm­e cómo gestiono la situación. Yo escucho. No denunciar las injusticia­s es pecado de omisión”, insiste.

Sus jornadas son flexibles y adapta su ritmo de trabajo, la lectura y la meditación a las visitas. Para ganarse el sustento empezó haciendo cestos y después pasó a decorar velas, tarjetas y puntos de libro con flores del Montsant.

El medio de vida de la anacoreta de Arbolí, de 71 años y 25 en la ermita del Baix Camp, son las esculturas. Piezas de madera y de barro que moldea en este rincón de las montañas de Prades. “Todas las ermitañas somos muy diferentes, las hay que desean mucha soledad y no quieren visitas”, comenta en el porche de su casa. Como Montserrat, la radio e internet la conectan con el mundo exterior, aunque ella no está en las redes sociales.

“Me levanto a las cinco y media y después de dos horas de meditación me pongo los cascos y escucho la radio en el móvil. También consulto diarios a través del teléfono. El domingo, Rafa Nadal me dio una alegría cuando leí que había ganado otra vez Roland Garros”. Considera que una existencia dedicada a la contemplac­ión no está reñida con querer saber lo que pasa en el exterior, querer estar informada de la situación de los refugiados que se hunden en la intoleranc­ia del Mediterrán­eo o de cuestiones no tan trascenden­tes como la undécima victoria del tenista mallorquín en la tierra batida parisina.

Su vida eremítica empezó en Valencia y se prolongó casi cinco años hasta que un nuevo obispo la invitó a buscarse otro destino, que encontró primero en Cornudella y ya definitiva­mente en la ermita de Arbolí, alejada del pueblo pero con agua corriente y electricid­ad.

En una primera etapa deseó el silencio total. Buscó maestros para alcanzar el control y la quietud mental echando mano de varias técnicas. La respiració­n, mantras, visualizac­iones. “Ahora no persigo la compañía pero no la rechazo si viene”.

Como su compañera de Sant Joan del Codolar, es una apasionada de la música clásica y de la lectura. De Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz al pensador anglo-indio Krishnamur­ti. “Cuando voy a la cama, a las ocho y media, para dormir recurro a biografías de santos escritas por los peores escritores posibles”. Quizás el mejor somnífero.

 ?? XAVI JURIO ?? En el Montsant. Montserrat Domingo fotografia­da la semana pasada junto a la ermita de Sant Joan del Codolar
XAVI JURIO En el Montsant. Montserrat Domingo fotografia­da la semana pasada junto a la ermita de Sant Joan del Codolar
 ?? XAVI JURIO ?? La ermita de Sant Joan del Codolar, en el Montsant
XAVI JURIO La ermita de Sant Joan del Codolar, en el Montsant

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain