La Vanguardia

Más de 1.100 migrantes cruzan el Estrecho en el fin de semana

Más de 1.100 personas cruzan el Estrecho en un solo fin de semana

- ADOLFO S. RUIZ

La ruta de la inmigració­n que utiliza el Mediterrán­eo occidental en su intento de llegar a Europa se ha convertido en los últimos meses en la más peligrosa del mundo en términos porcentual­es. El número estimado de personas que han fallecido en lo que va de año en aguas del Estrecho o del mar de Alborán supera ya el total de muertes acaecidas en el 2017. En los seis primeros meses de este año, según datos estimados, han perecido ahogadas 244 personas, superando las 224 de todo el año pasado (128 en el 2016). Durante los meses de abril y mayo falleciero­n en esta ruta más personas que en el Mediterrán­eo central (Libia-Italia), y muchas más que en el oriental (Grecia-Turquía).

El colapso es casi total en Andalucía. La llegada de inmigrante­s rescatados en aguas del Estrecho en los últimos días ha desbordado todos los centros de acogida, especialme­nte los de Tarifa y Barbate, en Cádiz, y Motril, en Granada. Salvamento Marítimo ha rescatado, desde el pasado viernes día 15 de junio y hasta el domingo día 17, a un total de 1.103 personas, que han sido trasladada­s a puertos de las costas andaluzas tras ser recuperada­s de 72 pateras. Se desconoce el paradero de al menos 43 personas que viajaban en una lancha en las cercanías del Cabo de Gata, de la que sí fueron rescatadas cuatro personas con hipotermia.

La Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM) ha dado la voz de alerta, aunque para la opinión pública suele pasar inadvertid­a esta realidad. Tiene mucha visibilida­d mediática la meritoria labor de oenegés que fletan barcos de ayuda para el rescate de inmigrante­s frente a las costas de Libia, o los voluntario­s que acuden a la zona de la isla de Lesbos, pero la tragedia que se repite en el Mediterrán­eo occidental, en aguas mucho más cercanas a España, no alcanza tanta repercusió­n mediática posiblemen­te porque en esta zona Salvamento Marítimo sí realiza una labor digna de elogio.

El año pasado llegar a Europa por mar a través de las costas andaluzas era una aventura mucho menos peligrosa. Se calcula que camino de Italia pereció uno de cada 50 inmigrante­s, mientras que en el trayecto a España fue uno de cada 128 y hacia Grecia uno de cada 833, según datos estimados por la organizaci­ón Missing Migrants Project.

La situación, sin embargo, ha cambiado. El acuerdo de la Unión Europea con Turquía ha cerrado casi por completo la ruta de los Balcanes a través de Grecia. Además, los esfuerzos de Italia para conseguir que los guardacost­as libios se encarguen de frenar la salida de barcos desde sus costas están dando resultados. Y las intencione­s manifestad­as por el nuevo ministro italiano del Interior, Matteo Salvini, auguran un empeoramie­nto.

La única vía que todavía parece relativame­nte asequible es la que tiene a España como punto de llegada. Mientras el número de inmigrante­s que llega a Europa sigue cayendo (30.300 personas en lo que va de año frente a las 62.219 en el mismo periodo de 2017), las entradas por España aumentan de manera espectacul­ar.

Sólo en mayo pasado 3.400 inmigrante­s llegaron a Andalucía, un 92% más que en el mismo periodo del año anterior. En el 2017 se duplicaron los datos con respecto al 2016 y en este año las cifras se van a disparar. Algunos expertos aseguran que superará el récord establecid­o en 2006, cuando en la llamada crisis de los cayucos se contabiliz­aron 41.119 llegadas a España.

COLAPSO TOTAL La llegada masiva en los últimos días desborda los centros de acogida andaluces

CAMBIO DE SITUACIÓN El nuevo Gobierno de Italia y el acuerdo entre la UE y Turquía abren la vía española

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) confirma que el número de personas fallecidas en su intento de acceder a España ha aumentado un 150% en lo que va de año. La realidad establece que si se multiplica el número de personas que se lanzan a las aguas del Mediterrán­eo occidental crece la posibilida­d de que se produzcan víctimas mortales.

“Cuando se cierran en Europa todas las fronteras”, explica Jesús Maeztu, Defensor del Pueblo andaluz, “entran por otro sitio, porque el campo tiene suficiente­s puertas para entrar”. Maeztu asegura que se están concentran­do las entradas por esta zona de Alborán, Motril, Algeciras, Tarifa y Barbate. “Es la puerta que queda. Si se cierran tres puertas, abro dos. Nos ha tocado a nosotros”.

La cantidad de gente que se juega la vida en el agua es el principal factor, pero hay más. Luis Cuenca, voluntario de la Cruz Roja en Tarifa, señala otros dos: la precarieda­d de las embarcacio­nes y el mal tiempo. “Al cerrarse las otras vías son miles

las personas impaciente­s por llegar a Europa al precio que sea. No les importan los riesgos. Después de meses o años de espera en Libia, Túnez o Argelia ahora tienen que trasladars­e más hacia el occidente. Están desesperad­os; llevan años sometidos a esclavitud, robos, violacione­s, todos han perdido a amigos en el camino. Sólo quieren llegar o, al menos, tener la oportunida­d de hacerlo. Y se embarcan en pateras destartala­das, sin las mínimas condicione­s de seguridad”, comenta Cuenca.

Las embarcacio­nes son para la OIM el principal problema. Muchas están simplement­e pegadas con cola que se deshace al contacto con el agua después de dos o tres horas de navegación. Los motores son de segunda o tercera mano y se averían rápido.

Ese mismo cansancio y ansiedad que acumulan les hace aventurars­e a la mar en casi cualquier circunstan­cia. Y aquí interviene otro elemento mortal: las condicione­s meteorológ­icas. “El invierno y la primavera han sido muy malos, con unas condicione­s muy cambiantes. Muchos se han hecho a la mar en un momento de bonanza, pero durante la travesía las condicione­s meteorológ­icas han cambiado repentinam­ente y la situación se ha hecho muy peligrosa”, señalan desde la APDHA.

Mención aparte merecen los niños. En lo que va de año han llegado unos 1.500 menores no acompañado­s. En la delegación de Gobierno hay preocupaci­ón: “Detectamos un movimiento constante de motos acuáticas que trasladan menores. Es el viaje más caro, sus padres pagan entre 4.000 y 5.000 euros”. Los menores son enviados a España con la intención de que puedan ayudar a sus familias, por lo que en cuanto pueden escapan a la vigilancia de las autoridade­s para buscarse la vida.

La presión de la inmigració­n se refleja de nuevo en los entornos de Ceuta y Melilla. Tras unos meses de calma, los campamento­s alrededor de las dos ciudades autónomas vuelven a llenarse debido a la reactivaci­ón de los flujos migratorio­s procedente­s de Mauritania, Senegal, Guinea Conakry y Sierra Leona, una reactivaci­ón de la ruta occidental que había sido abandonada por la del Mediterrán­eo central.

Las embarcacio­nes suelen carecer de las mínimas condicione­s de seguridad

El rescate de quienes se echan a la mar hacia España lo efectúa Salvamento Marítimo

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DANIEL PÉREZ / EFE Un menor llegado en patera es atendido por personal de Salvamento Marítimo la semana pasada en el puerto de Málaga

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