Seehofer acepta dar dos semanas a Merkel para que solvente el asilo
El socio bávaro insiste en su plan de rechazo de migrantes en la frontera alemana
Aunque tiene aroma de ultimátum, en el fondo es más bien una tregua. La disputa migratoria entre la canciller de Alemania, la democristiana Angela Merkel, y su socio socialcristiano, Horst Seehofer, ministro del Interior, elevada durante un semana al rango de seria amenaza para la coalición de Gobierno, se saldó ayer con una especie de pacto para ganar tiempo. El bávaro Seehofer, empeñado como su partido, la socialcristiana CSU, en poder rechazar a migrantes en la frontera en determinados supuestos, accedió a dar a Merkel dos semanas para negociar una solución a nivel europeo, plazo que la propia canciller había pedido pensando en la cumbre de la UE de los días 28 y 29. Sin embargo, amenazó Seehofer, si no hay tal acuerdo, él empezará a implementar algunas medidas de su plan.
La tregua se escenificó tras sendas reuniones de las ejecutivas de cada partido ayer por la mañana, la de la CDU en Berlín y la de la CSU en Munich. Habiéndolo acordado o no, Merkel y Seehofer comparecieron ante la prensa a la misma hora, las dos de la tarde, cada uno en su ciudad. “Estamos de acuerdo en seguir trabajando conjuntamente para mejorar la gestión de la política migratoria y reducir la llegada de refugiados”, aseguró la canciller.
“La migración no está aún bajo control, y si no se logra una solución europea, habrá que actuar a nivel nacional”, dijo Seehofer en Munich. “No habrá soluciones unilaterales en detrimento de otros socios comunitarios”, replicó Merkel en la distancia, mientras se comprometía a buscar salidas “a escala de la UE o bilaterales”.
La tensión entre Merkel y sus socios bávaros estalló a inicios de la semana pasada. Horst Seehofer iba a presentar el martes 12 su plan de asilo en Alemania, pero el acto saltó debido a la discrepancia con Merkel por el punto más controvertido del catálogo de 63 medidas, relativo a la frontera. Seehofer quiere que la policía pueda rechazar en el mismo confín a migrantes que intenten volver a entrar en Alemania tras haber sido deportados, y a aquellos registrados en otro país de la UE y que, según del protocolo de Dublín, deberían solicitar asilo en ese país.
Para Angela Merkel, rechazar a los previamente expulsados podría ser aceptable, según fuentes de la CDU, pero la canciller se opone al segundo supuesto, por entender que sobrecargaría a los países con fronteras exteriores de la UE, que son los que, por pura geografía, suelen registrar a más migrantes. Actualmente, en Alemania se inscriben cada mes unos 11.000 nuevos solicitantes de asilo.
Seehofer aseguró ayer que, si tras la cumbre de la UE no hay resultados, dispondrá como ministro que la policía empiece a rechazar en la frontera a migrantes que hayan sido previamente deportados de Alemania. Es decir, la modalidad aceptable para Merkel; la CSU no desea en modo alguno dinamitar la coalición. De todas maneras, Merkel avisó desde Berlín al respecto que no habría “automatismos de ningún tipo”, es decir, que tras la cita comunitaria les tocaría hablar de nuevo. Ella planteará los resultados a la CDU, y luego se lo trasladará a la CSU. Sin embargo, y como recordó
“Las fronteras italianas son las fronteras europeas”, alerta Giuseppe Conte, de visita en Berlín Tras una semana de alta tensión, la canciller logra una tregua y el ministro amaga con un ultimátum
a ambos la líder socialdemócrata, Andrea Nahles, también el SPD es socio de la coalición de Gobierno, y los conservadores no van a decidir solos sobre la cuestión migratoria.
En tono irónico, Horst Seehofer deseó “buena suerte” a la canciller en las negociaciones. En realidad, Merkel se dedicó a ello ayer mismo con el nuevo primer ministro italiano, Giuseppe Conte, de visita oficial en Berlín, y hoy lo hará con el presidente francés, Emmanuel Macron, que acude con ministros a un encuentro con sus pares germanos. “Italia no puede seguir haciéndolo todo sola; las fronteras italianas son las fronteras europeas”, alertó ayer Giuseppe Conte antes de su reunión con Merkel.
Baviera celebra elecciones en octubre, y la CSU teme perder votos a manos de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), experta en retórica antiinmigración. Por eso, en el pacto de coalición la CSU exigió obtener el Ministerio del Interior, clave para la gestión de ese asunto. Y ya el pasado octubre consiguió imponer a la CDU –y después al actual Ejecutivo de gran coalición con los socialdemócratas– un tope de 200.000 refugiados al año. Pero ante la cita de octubre siente ahora que eso no basta.