Melancolía de gallina

Autoría: Creación colectiva Vaca 35 Teatro

Dirección: Diana Magallón

Intérpretes: José Rafael Flores (actor) y Alberto Rosas (músico)

Lugar y fecha: Sala Atrium (15/VI/2018)

El hombre sentado habla al fin para decir que es una gallina. Le acompaña otro hombre, que responde y acompaña con su acordeón. Sobre sus cabezas, un cielo raso de nubesnido preñadas de huevos. La confesión no es nueva. Juan Echanove asumía con resignación que era un cerdo en un soliloquio homónimo. Un caso más de zoomorfismo dramático, metamorfosis perfecta para filosofar sobre el rol que asumen los seres vivos en la jerarquía social. Esta gallina es ponedora, originaria de Ciudad Juárez. Ser pobre y explotada en femenino en un lugar conocido por la violencia impune. El “oasis de horror” de Bolaño. Con su confesión inicial, el actor, José Rafael Flores, se sitúa ante el público en el espacio reservado a las víctimas.

Habla con conocimiento de causa. Josefina la gallina puso un huevo en la cocina (el colectivo mexicano Vaca 35 es proclive a títulos prolijos) es un monólogo que se nutre de la biografía de su único intérprete aunque sea una creación colectiva. Una conexión íntima que se descubre poco a poco. La primera impresión es la de estar ante una metáfora con el tono levemente enajenado de Beckett. Un cuento más de la granja de Orwell. Lo que no sabemos aún es que ese estado gallináceo es la forma que adquiere el retrato emocional profundo de un individuo nacido hombre para explicarse él mismo en una sociedad en la que no sabe cómo encajar. Ser gallina –aunque ponga huevos sin vida– es la respuesta a su duda existencial.

Una humilde descendiente de dinosaurios que Flores humaniza con su voz y su cuerpo, con las canciones lloradas a capella del cardenche, con el baile ritual que expresa un estado ambiguo entre la progresión o la involución. Danza para mostrar su impuesto daimonion. Determinismo gestual que ni el mono civilizado de Kafka puede erradicar. Cada escena es un capítulo compartido de un diario íntimo. Cuando la revelación de la auténtica naturaleza de la propuesta dramática es completa, el espectador ya está atrapado en la fábula de Jose(fina). Entonces todo el propósito se vuelve nítido y la desnuda entrega de Flores adquiere la dimensión de una dura, sincera y emotiva lección de antropología social.

Un espectáculo dominado por la melancolía aunque se presente como viaje de liberación. El trayecto de Ciudad Juárez a Ciudad de México. De la humillación y el peligro físico real a la posibilidad de ser uno mismo sin conocer la propia capacidad para sobrevivir. La obra sólo ofrece una respuesta rendija. Sólo una cosa clara: las gallinas conocen bien su posición en su estructura social. José Rafael Flores también.