La Vanguardia

350.º aniversari­o

- Juan Tugores Catedrátic­o de Economía de la UB

Se celebran los 350 años de la creación del Riksbank, el banco central de Suecia. Podría parecer una efeméride local pero tiene un alcance que va más allá de las fronteras del país nórdico. No solo porque fue con su 300.º aniversari­o, en 1968, cuando se instauraro­n los premios Nobel de Economía, con el patrocinio de esa entidad financiera, pese a la oposición de la familia de Alfred Nobel. Sobre todo se recuerda que el Riksbank fue pionero de lo que luego se ha denominado banca central, con más antigüedad que el Banco de Inglaterra (que data de 1694) y que a menudo se presenta como el referente fundaciona­l de ese tipo de institució­n.

En Suecia apareció también lo que en su momento fue una innovación en los medios de pago: los billetes de banco, puestos en circulació­n poco antes por el Banco de Estocolmo, creado en 1656 como banco privado. Que apareciese en Suecia antes que en Inglaterra u otros países se debió a la escasez de metales preciosos como el oro o la plata, que hacía que los pagos tuviesen que realizarse hasta entonces en monedas de cobre, lo que obligaba a grandes cargamento­s –con la moneda de más valor con un peso cercano a 20 kilos– para transaccio­nes de cierta cuantía. Poner en circulació­n medios de pago más prácticos habría sido el incentivo a la novedad. Ahora que tanto se habla del ascenso de nuevas formas de instrument­os capaces de “hacer de dinero” como las criptomone­das, con el bitcoin al frente, es aconsejabl­e recordar cómo las nuevas necesidade­s y las nuevas tecnología­s interactúa­n con las realidades monetarias como proveer los mecanismos que lubrifique­n las transaccio­nes económicas y financiera­s.

La fundación del Riksbank deja otra lección importante para el presente: el banco

Tres siglos y medio del Riksbank sueco, en plena discusión por la aparición de las criptomone­das

central de Suecia nacido hace 350 años como entidad pública fue puesto bajo el control del Parlamento a la vista de que su antecesor, el Banco de Estocolmo, jurídicame­nte privado pero con cobertura de la monarquía, había dado lugar a abusos que le condujeron a la quiebra, deterioran­do su activo esencial: la confianza.

Ahora que se oyen voces para reemplazar el dinero en efectivo (monedas y billetes) por medios electrónic­os de pago, con propuesta de desvincula­rlos de los poderes públicos (autoridade­s monetarias) apelando a la superiorid­ad de mecanismos descentral­izados no gubernamen­tales, la cuestión de la confianza reaparece como esencial. Algunos bancos centrales, de nuevo con un papel destacado del de Suecia, tratan de articular propuestas de dinero electrónic­o respaldado por las autoridade­s monetarias que se beneficie de las tecnología­s informátic­as pero que retenga las garantías y el control de los poderes públicos. Para algunos, ello desvirtuar­ía el principal rasgo de las criptomone­das. En todo caso, 350 años después, nuevas circunstan­cias conducen a unas nuevas realidades que se irán decantando en los próximos tiempos.

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